lunes, 11 de agosto de 2014

El guardián de las llaves


Tanto los personajes como los párrafos que estén en negrita y mi corazón (XD) pertenecen a J.K Rowling.


EL GUARDIÁN DE LAS LLAVES

Hagrid cogió el libro, carraspeó un poco y empezó a leer.

El guardián de las llaves —empezó con una sonrisa.

—Espera, Draco debería venir ya, ha acabado el capitulo —dijo Blaise, un Slyhterin amigo de Malfoy. En ese momento entró Draco intentando que la gente no notara la felicidad que sentía por haber recuperado su verdadero aspecto. Se sentó junto a Blaise y esperó a que la lectura comenzase.

BUM. Llamaron otra vez. Dudley se despertó bruscamente.

—¿Dónde está el cañón? —preguntó estúpidamente.

Muchos bufaron.

Se oyó un crujido detrás de ellos y tío Vernon apareció en la habitación. Llevaba un rifle en las manos: ya sabían lo que contenía el paquete alargado que había llevado.

—¿Un rifle? —preguntó una alumna de Hufflepuff mientras todos los que no sabían lo que era prestaban atención.

—Es un arma muggle muy peligrosa, puede resultar letal —explicó Sinistra, la profesora de estudios muggles. Muchos se estremecieron ante eso.

—¿Quién está ahí? —gritó—. ¡Le advierto... estoy armado!

Hubo una pausa. Luego...

Todos miraban el libro expectantes por el silencio que Hagrid había dejado.

¡UN GOLPE VIOLENTO!

Todos dieron un respingo en sus asientos por el grito de Hagrid, este sonrió satisfecho.

La puerta fue empujada con tal fuerza que se salió de los goznes y, con un golpe sordo, cayó al suelo.

Un hombre gigantesco apareció en el umbral. Su rostro estaba prácticamente oculto por una larga maraña de pelo y una barba desaliñada, pero podían verse sus ojos, que brillaban como escarabajos negros bajo aquella pelambrera.

—¡Hagrid! —dijeron muchos mientras otros reían por la descripción, y este se sonrojaba.
—La verdad es que esa descripción lo clava —le susurro Ron a Harry mientras reía.

El gigante se abrió paso doblando la cabeza, que rozaba el techo. Se agachó, cogió la puerta y, sin esfuerzo, la volvió a poner en su lugar. El ruido de la tormenta se apagó un poco. Se volvió para mirarlos.

—Podríamos preparar té. No ha sido un viaje fácil...

Muchos rieron ante la osadía del semi-gigante.

Se desparramó en el sofá donde Dudley estaba petrificado de miedo.

—Cobarde —dijeron muchos, la mayoría desde la mesa de Gryffindor.

—Levántate, bola de grasa —dijo el desconocido.

—¡Di que sí Hagrid! —dijeron los gemelos Weasley.

—¡Enséñales lo que es bueno! —le dijo Sirius emocionado porque alguien tratase a los Dursley como merecían.

Dudley se escapó de allí y corrió a esconderse junto a su madre, que estaba agazapada detrás de tío Vernon.

—¡Ah! ¡Aquí está Harry! —dijo el gigante.

Harry levantó la vista ante el rostro feroz y peludo, y vio que los ojos negros le sonreían.

—La última vez que te vi eras sólo una criatura —dijo el gigante—. Te pareces mucho a tu padre, pero tienes los ojos de tu madre.

—Esa fue la primera vez —murmuró Harry para el mismo mientras sonreía. Esa fue la primera vez que alguien le dijo que era idéntico a su padre y que tenía los ojos de su madre.

Tío Vernon dejó escapar un curioso sonido.

—¡Le exijo que se vaya enseguida, señor! —dijo—. ¡Esto es allanamiento de morada!

—Bah, cierra la boca, Dursley, grandísimo majadero —dijo el gigante. Se estiró, arrebató el rifle a tío Vernon, lo retorció como si fuera de goma y lo arrojó a un rincón de la habitación.

Muchos aplaudieron al guardabosques mientras muchos se relajaban ahora que el arma no era peligrosa.

Tío Vernon hizo otro ruido extraño, como si hubieran aplastado a un ratón.

—De todos modos, Harry —dijo el gigante, dando la espalda a los Dursley—, te deseo un muy feliz cumpleaños. Tengo algo aquí. Tal vez lo he aplastado un poco, pero tiene buen sabor.

—Gracias Hagrid —dijeron Remus y Harry al mismo tiempo mientras Sirius le sonreía, feliz de que alguien le hiciese un regalo de verdad a su ahijado.

Del bolsillo interior de su abrigo negro sacó una caja algo aplastada. Harry la abrió con dedos temblorosos. En el interior había un gran pastel de chocolate pegajoso, con «Feliz Cumpleaños, Harry» escrito en verde.

Harry miró al gigante. Iba a darle las gracias, pero las palabras se perdieron en su garganta y, en lugar de eso, dijo:

—¿Quién es usted?

Muchos rieron mientras Hermione le recriminaba con la mirada.

—Yo quise agradecerle, lo has leído, es solo que la situación era muy extraña... —intentó excusarse Harry pero la mirada de Hermione no cambió.

El gigante rió entre dientes.

—Es cierto, no me he presentado. Rubeus Hagrid, Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts.

Muchos aplaudieron a su guardabosques, incluidos los profesores.

Extendió una mano gigantesca y sacudió todo el brazo de Harry

Los cercanos al semi-gigante sonrieron ante eso, viéndose a sí mismos reflejados en esa frase.

—¿Qué tal ese té, entonces? —dijo, frotándose las manos—. Pero no diría que no si tienen algo más fuerte.

—Como no —dijo Lupin mientras rodaba los ojos.

Sus ojos se clavaron en el hogar apagado, con las bolsas de patatas fritas arrugadas, y dejó escapar una risa despectiva. Se inclinó ante la chimenea. Los demás no podían ver qué estaba haciendo, pero cuando un momento después se dio la vuelta, había un fuego encendido, que inundó de luz toda la húmeda cabaña.

—¡Hagrid! —le recriminó el ministro—. ¡Tiene prohibido hacer magia!

—¡Y es por culpa de su incompetencia!—saltó Harry mientras muchos le miraban asombrados—. ¡Hagrid es inocente! ¡El no hizo nada y usted lo sabe!

—¿Y tú como lo sabes? —escupió Percy despectivamente, Harry iba a contestar pero Ron se le adelantó.

—En el segundo libro aparecerá de manera muy detallada, traidor —aclaró con los ojos entrecerrados.

Hagrid, antes de que el asunto empeorase siguió leyendo. Los alumnos no sabían cómo reaccionar ante tantos datos nuevos.

Harry sintió que el calor lo cubría como si estuviera metido en un baño caliente.

—Pobre, estarías helado —le dijo Hermione mientras le acariciaba el hombro. Ginny sonrió ante esa reacción digna de verdaderos hermanos pero había cierta Ravenclaw que confundía esta acción y bufaba molesta. También había cierto pelirrojo igual de incomodo por esta situación pero la dejó estar.

El gigante volvió a sentarse en el sofá, que se hundió bajo su peso, y comenzó a sacar toda clase de cosas de los bolsillos de su abrigo: una cazuela de cobre, un paquete de salchichas, un atizador, una tetera, varias tazas agrietadas y una botella de un líquido color ámbar, de la que tomó un trago antes de empezar a preparar el té.

—Wow —dijeron muchos impresionados mientras Hagrid sonreía con orgullo.

Muy pronto, la cabaña estaba llena del aroma de las salchichas calientes.

—Salchichas... —dijo Ron mientras se le hacía la boca agua y Hermione soltaba un suspiro ante el comportamiento de su amigo. 

Nadie dijo una palabra mientras el gigante trabajaba, pero cuando sacó las primeras seis salchichas jugosas y calientes, Dudley comenzó a impacientarse.

—Normal —saltó Ron inquieto.

Tío Vernon dijo en tono cortante:

—No toques nada que él te dé, Dudley.

El gigante lanzó una risa sombría.

—Ese gordo pastel que es su hijo no necesita engordar más, Dursley, no se preocupe.

El gran comedor se llenó instantáneamente de risas, aplausos y silbidos.

—¡Así se habla Hagrid! —dijo Sirius mientras aplaudía. Hagrid, agradeciendo que todo el pelo que le cubría la cara impidiese a la gente darse cuenta de lo rojo que estaba, continuó leyendo.

Le sirvió las salchichas a Harry, el cual estaba tan hambriento que pensó que nunca había probado algo tan maravilloso, pero todavía no podía quitarle los ojos de encima al gigante.

—A mí me pasó lo mismo cuando le vi por primera vez —le confesó Ron a Harry.

Por último, como nadie parecía dispuesto a explicar nada, dijo:

—Lo siento, pero todavía sigo sin saber quién es usted.

El gigante tomó un sorbo de té y se secó la boca con el dorso de la mano.

—Llámame Hagrid —contesto—. Todos lo hacen. Y como te dije, soy el guardián de las llaves de Hogwarts. Ya lo sabrás todo sobre Hogwarts, por supuesto.

Muchos bajaron la cabeza, sabiendo el bajo conocimiento de Harry.

—Pues... yo no... —dijo Harry

Hagrid parecía impresionado.

—Lo lamento —dijo rápidamente Harry

—¿Lo lamento? —exclamaron muchos alterados—. ¡Ni que fuera culpa tuya!

—Harry es un chico educado —explicó Hermione con una sonrisa mientras Snape lo ponía en duda.

—¿Lo lamento? —preguntó Hagrid, volviéndose a mirar a los Dursley, que retrocedieron hasta quedar ocultos por las sombras—. ¡Ellos son los que tienen que disculparse! Sabía que no estabas recibiendo las cartas, pero nunca pensé que no supieras nada de Hogwarts. ¿Nunca te preguntaste dónde lo habían aprendido todo tus padres?

—¿El qué? —preguntó Harry

—¿EL QUÉ? —bramó Hagrid—. ¡Espera un segundo!

Se puso de pie de un salto. En su furia parecía llenar toda la habitación. Los Dursley estaban agazapados contra la pared.

—¿Me van a decir —rugió a los Dursley— que este muchacho, ¡este muchacho!, no sabe nada... sobre NADA?

Todos suspiraron.

Harry pensó que aquello iba demasiado lejos. Después de todo, había ido al colegio y sus notas no eran tan malas.

—No se refiere a eso, Harry —dijo Hermione soltando una risita. Harry suspiró.

—Lo se Hermione, pero parece que tu aun no sabes que eso paso cuando tenía diez años.

—Once —le corrigió Ginny con una sonrisa que este le devolvió.

—Yo sé algunas cosas —dijo—. Puedo hacer cuentas y todo eso.

—¡Que no es eso! —saltaron muchos.

—¡Que lo sé! —saltó Harry exasperado.

Pero Hagrid simplemente agito la mano.

—Me refiero a nuestro mundo Tu mundo. Mi mundo. El mundo de tus padres.

—¿Qué mundo?

Hagrid lo miró como si fuera a estallar.

—¡DURSLEY! —bramó.

—¡Eso Hagrid, pártele la cara! —le animó Sirius.

Tío Vernon, que estaba muy pálido, susurró algo que sonaba como mimblewimble. Hagrid, enfurecido, contempló a Harry.

—Pero tú tienes que saber algo sobre tu madre y tu padre —dijo—. Quiero decir, ellos son famosos. Tú eres famoso.

—¿Cómo? ¿Mi madre y mi padre... eran famosos? ¿En serio?

—No sabías... no sabías... —Hagrid se pasó los dedos por el pelo, clavándole una mirada de asombro—. ¿De verdad no sabes lo que ellos eran? —dijo por último.

De pronto, tío Vernon recuperó la voz

—¡Deténgase! —ordenó—. ¡Deténgase ahora mismo, señor! ¡Le prohíbo que le diga nada al muchacho!

—Como si tu pudieras detener a Hagrid —dijo Ron sonriendo.

Un hombre más valiente que Vernon Dursley se habría acobardado ante la mirada furiosa que le dirigió Hagrid. Cuando éste habló, temblaba de rabia.

—¿No se lo ha dicho? ¿No le ha hablado sobre el contenido de la carta que Dumbledore le dejó? ¡Yo estaba allí! ¡Vi que Dumbledore la dejaba, Dursley! ¿Y se la ha ocultado durante todos estos años?

—¡Idiota! —saltaron muchos.

—¡Machácale, machácale! —le animaban los gemelos mientras Molly negaba con la cabeza entre seria y divertida.

—¿Qué es lo que me han ocultado? —dijo Harry en tono anhelante.

—¡DETÉNGASE! ¡SE LO PROHÍBO! —rugió tío Vernon aterrado.

Tía Petunia dejó escapar un gemido de horror.

—Voy a romperles la cabeza —dijo Hagrid

—¡Hazlo! —animó el colegio. Harry se sorprendió al ver a gente de todas las casas animando a Hagrid.

—. Harry debes saber que eres un mago.

—Por fin —soltó McGonagall—. Pero eso le pillara de sorpresa.

Muchos asintieron, sabiendo que había sido demasiado directo.

Se produjo un silencio en la cabaña. Sólo podía oírse el mar y el silbido del viento.

—¿Que soy qué? —dijo Harry con voz entrecortada.

—Como acabo de decir —dijo McGonagall suspirando.

—Un mago —respondió Hagrid, sentándose otra vez en el sofá, que crujió y se hundió—. Y muy bueno, debo añadir, en cuanto te hayas entrenado un poco. Con unos padres como los tuyos ¿qué otra cosa podías ser?

Sirius y Remus asintieron, totalmente de acuerdo.

Y creo que ya es hora de que leas la carta.

—Ya era hora —dijeron muchos.

Harry extendió la mano para coger, finalmente, el sobre amarillento, dirigido, con tinta verde esmeralda al «Señor H. Potter, El Suelo de la Cabaña en la Roca, El Mar». Sacó la carta y leyó:

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Director: Albus Dumbledore
(Orden de Merlín, Primera Clase,
Gran Hechicero, Jefe de Magos,
Jefe Supremo, Confederación
Internacional de Magos).

—Sigues coleccionando títulos ¿Eh, Dumby? Pronto tendrás el título a la persona con más títulos —dijo Sirius burlón haciendo reír a varios y otros le miraron asombrados por dirigirse al director como "Dumby".

—Sería un título interesante, no lo niego, pero creo que ya tengo más que suficientes —dijo el director con una sonrisa.

Querido señor Potter:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.

Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esper mos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente, Minerva McGonagall

Directora adjunta

Las preguntas estallaban en la cabeza de Harry como fuegos artificiales, y no sabía cuál era la primera. Después de unos minutos, tartamudeó:

—¿Qué quiere decir eso de que esperan mi lechuza?

Todos le miraron asombrados.

—¿En serio, Harry? ¿En serio? —le preguntó Ron sorprendido mientras muchos reían.

—¡Tenía diez años, maldita sea, callad! —dijo este algo cabreado.

—Once —le repitió Ginny sonriendo.

—Gorgonas galopantes, ahora me acuerdo —dijo Hagrid, golpeándose la frente con tanta fuerza como para derribar un caballo. De otro bolsillo sacó una lechuza (una lechuza de verdad, viva y con las plumas algo erizadas),

—¡Hagrid! No deberías llevar seres vivos en un bolsillo —le reprendió Hermione y este bajó la cabeza avergonzado.

una gran pluma y un rollo de pergamino. Con la lengua entre los dientes, escribió una nota que Harry pudo leer al revés.

—¿La leíste del revés? —le preguntó Hermione. Le habría reñido por falta de educación pero había quedado sorprendida por la proeza de este.

—¡Increíble! —dijo George.

—¡Increíblemente cotilla! —añadió Fred haciendo reír a muchos, Harry bajó la cabeza algo avergonzado.

Querido señor Dumbledore:

Entregué a Harry su carta. Lo llevo mañana a comprar sus cosas.

El tiempo es horrible. Espero que usted esté bien.

Hagrid

Hagrid enrolló la nota y se la dio a la lechuza, que la cogió con el pico. Después fue hasta la puerta y lanzó a la lechuza en la tormenta. Entonces volvió y se sentó, como si aquello fuera tan normal como hablar por teléfono.

—Lo se Hermione, pero antes no, no te molestes en decírmelo —le dijo a su amiga entes de que esta pudiera decirle que aquello era realmente tan normal como hablar por telefono. Hermione bajó la cabeza delatando así que Harry tenía razón al pensar que su amiga iba a decir eso. Muchos les miraron impresionados por cómo se conocían y adivinaban las palabras que iban a decirse antes de decirlas.

Harry se dio cuenta de que tenía la boca abierta y la cerró rápidamente.

Muchos rieron.

—¿Por dónde iba? —dijo Hagrid. Pero en aquel momento tío Vernon, todavía con el rostro color ceniza, pero muy enfadado, se acercó a la chimenea.

—Él no irá —dijo.

—¡Claro que ira! —gritaron muchos.

—¡Estoy aquí! —les recordó Harry.

Hagrid gruñó.

—Me gustaría ver a un gran muggle como usted deteniéndolo a él —dijo.

—¿Un qué? —preguntó interesado Harry

—¡Que nadie diga nada! —rugió Harry antes de que nadie dijese nada.

—Un muggle —respondió Hagrid—. Es como llamamos a la gente «no-mágica» como ellos. Y tuviste la mala suerte de crecer en una familia de los más grandes muggles que haya visto.

Todos asintieron con la cabeza. Solo habían visto unos fragmentos de su vida con los Dursley y les odiaban a más no poder.

—Cuando lo adoptamos, juramos que íbamos a detener toda esa porquería —dijo tío Vernon—. ¡Juramos que la íbamos a sacar de él! ¡Un mago, ni más ni menos!

—¿Vosotros lo sabíais? —preguntó Harry—. ¿Vosotros sabíais que yo era... un mago?

—¡Oh, claro que lo sabían! —exclamó Snape —. Tu tía siempre ha vivido con envidia de su hermana, por eso es una amargada.

Todos miraron a Snape sorprendidos, preguntándose qué relación tenía este con la madre de Harry.

—Hablando de amargados... —le susurró Sirius a Remus mientras miraba a Snape. Remus intentó demostrar su madurez permaneciendo en silencio pero sus años en Hogwarts le impidieron que pudiera reprimir una sonrisa.

—¡Saber! —chilló de pronto tía Petunia—. ¡Saber! ¡Por supuesto que lo sabíamos! ¿Cómo no ibas a serlo, siendo lo que era mi condenada hermana? Oh, ella recibió una carta como ésta de ese... ese colegio, y desapareció, y volvía a casa para las vacaciones con los bolsillos llenos de ranas, y convertía las tazas de té en ratas.

—Veis, ¡Envidia! —rugió Snape asombrando nuevamente a todos.

Yo era la única que la veía tal como era: ¡una monstruosidad! Pero para mi madre y mi padre, oh no, para ellos era «Lily hizo esto» y «Lily hizo esto otro». ¡Estaban orgullosos de tener una bruja en la familia!

Fred, George y Sirius comenzaron a hacer una extraña danza a la que llamaron "La danza de la envidia".

Se detuvo para respirar profundamente y luego continuó. Parecía que hacía años que deseaba decir todo aquello.

—Luego conoció a ese Potter en el colegio y se fueron y se casaron y te tuvieron a ti, y por supuesto que yo sabía que ibas a ser igual, igual de raro, un... un anormal.

—Eso no lo niego —dijeron Malfoy y Snape sonriendo mientras muchos les gruñían.

—¿Quién es ahora el envidioso? —le dijo Hermione algo picada por que acababan de llamar a su mejor amigo "anormal". Hagrid, antes de que volviera a haber una discusión, retomó la lectura.

¡Y luego, como si no fuera poco, hubo esa explosión y nosotros tuvimos que quedarnos contigo!
Harry se había puesto muy pálido. Tan pronto como recuperó la voz, preguntó:

—¿Explosión? ¡Me dijisteis que habían muerto en un accidente de coche!

—¿ACCIDENTE DE COCHE? —rugió Hagrid dando un salto, tan enfadado que los Dursley volvieron al rincón—. ¿Cómo iban a poder morir Lily y James Potter en un accidente de coche? ¡Eso es un ultraje! ¡Un escándalo! ¡Que Harry Potter no conozca su propia historia, cuando cada chico de nuestro mundo conoce su nombre!

Todos asintieron algunos sintiendo pena por él, otros sintiendo furia y otros simplemente demostrando que estaban de acuerdo.

—Pero ¿por qué? ¿Qué sucedió? —preguntó Harry con tono de apremio.

La furia se desvaneció del rostro de Hagrid. De pronto parecía nervioso.

—Nunca habría esperado algo así —dijo en voz baja y con aire preocupado—. No tenía ni idea. Cuando Dumbledore me dijo que podía tener problemas para llegar a ti, no sabía que sería hasta este punto.

—Yo tampoco lo sabía, Rubeus —le explicó Dumbledore con una sonrisa.

—No se preocupe —le tranquilizó Hagrid devolviéndole la sonrisa.

Ah, Harry, no sé si soy la persona apropiada para decírtelo, pero alguien debe hacerlo. No puedes ir a Hogwarts sin saberlo.

—Habría sido realmente gracioso —dijo Fred imaginándoselo.

—¿Por qué todo el mundo me mira? ¿Por qué todos saben mi nombre? —dijo George mientras se ponía las manos en la cara haciendo como que eran gafas e imitando a un Harry niño de mala manera y muy exageradamente. Muchos empezaron a reír.

—No es un tema gracioso —dijo Molly calmada pero con voz potente haciendo que los gemelos y las risas se detuviesen de inmediato.

Lanzó una mirada despectiva a los Dursley.

—Bueno, es mejor que sepas todo lo que yo puedo decirte... porque no puedo decírtelo todo. Es un gran misterio, al menos una parte...

Se sentó, miró fijamente al fuego durante unos instantes, y luego continuó.

—Comienza, supongo, con... con una persona llamada... pero es increíble que no sepas su nombre, todos en nuestro mundo lo saben...

—¿Quién?

—Bueno... no me gusta decir el nombre si puedo evitarlo. Nadie lo dice.

Muchos asintieron con la cabeza mientras los miembros de la orden rodaban los ojos.

—¿Por qué no?

—Gárgolas galopantes, Harry, la gente todavía tiene miedo.

—Eso no lo podéis negar —señaló Ernie, un alumno de Huffepluff y nadie pudo rebatirlo.

Vaya, esto es difícil. Mira, estaba ese mago que se volvió... malo. Tan malo como te puedas imaginar. Peor. Peor que peor. Su nombre era...

—Tu puedes Hagrid —le animaron muchos.

Hagrid tragó, pero no le salía la voz.

—¿Quiere escribirlo? —sugirió Harry.

—No... no sé cómo se escribe. Está bien... Voldemort. —Hagrid se estremeció

Lo mismo pasó en el Gran Comedor solo que aquí, algunos rodaron los ojos exasperados.

—. No me lo hagas repetir. De todos modos, este... este mago, hace unos veinte años, comenzó a buscar seguidores. Y los consiguió. Algunos porque le tenían miedo, otros sólo querían un poco de su poder, porque él iba consiguiendo poder. Eran días negros, Harry. No se sabía en quién confiar, uno no se animaba a hacerse amigo de magos o brujas desconocidos... Sucedían cosas terribles. Él se estaba apoderando de todo. Por supuesto, algunos se le opusieron y él los mató. Horrible.

Los adultos se estremecieron sin poder evitarlo, recordando aquellos oscuros días y a los seres queridos que habían perdido en ellos.

Uno de los pocos lugares seguros era Hogwarts. Hay que considerar que Dumbledore era el único al que Quien-tú-sabes temía. No se atrevía a apoderarse del colegio, no entonces, al menos.

Todos asintieron, de acuerdo con el guardabosques.

»Ahora bien, tu madre y tú padre eran la mejor bruja y el mejor mago que yo he conocido nunca.

Los que le conocían asintieron con una sonrisa, recordando al intrépido, arrogante e inconsciente James y a la estudiosa, tranquila pero explosiva Lily.

¡En su época de Hogwarts eran los primeros!

Los profesores asintieron recordando a los que, seguramente, fueron unos de sus mejores alumnos.

Supongo que el misterio es por qué Quien-tú-sabes nunca había tratado de ponerlos de su parte... Probablemente sabía que estaban demasiado cerca de Dumbledore para querer tener algo que ver con el Lado Oscuro.

—Ofendes, Hagrid ¡James y Lily no se habrían pasado a el lado oscuro aunque no hubiesen conocido nunca a Dumbledore! —se quejó Sirius.

—Supongo que no me expliqué bien. Me refería a que Voldemort no trató de ponerlos de su lado porque pensó eso, ya que él no les conocía.

Sirius asintió, satisfecho con la explicación.

»Tal vez pensó que podía persuadirlos... O quizá simplemente quería quitarlos de en medio. Lo que todos saben es que él apareció en el pueblo donde vosotros vivíais, el día de Halloween, hace diez años. Tú tenías un año. Él fue a vuestra casa y... y...

Hermione le dio la mano a Harry quien, inconscientemente, se había puesto muy tenso. No era el único en la sala, todos estaban fatal.

De pronto, Hagrid sacó un pañuelo muy sucio y se sonó la nariz con un sonido como el de una corneta.

—Lo siento —dijo—. Pero es tan triste... pensar que tu madre y tu padre, la mejor gente del mundo que podrías encontrar...

Todo el mundo sonrió con tristeza. Snape tenía que hacer tremendos esfuerzos para reprimir las lágrimas y aun y todo una pequeña y solitaria descendió por su rostro. Snape no se molestó en retirarla, permanecía con un rostro impasible.

Remus agarró la mano de Tonks inconscientemente, está la acaricio suavemente intentando calmarle.
Sirius se sentía fatal, se culpaba de su muerte y sentía una infinita furia contra el mismo y contra Peter. Sirius era una de esas personas que tenían mucha facilidad a la hora de transformar la tristeza en furia.

»Quien-tú-sabes los mató. Y entonces... y ése es el verdadero misterio del asunto... también trató de matarte a ti. Supongo que quería hacer un trabajo limpio, o tal vez, para entonces, disfrutaba matando.

—No lo dudo —dijo Dumbledore tristemente. Era cierto, seguramente Voldemort disfrutase matando, le haría sentirse poderoso, superior. Pero la razón por la que quiso matar a Harry fue otra. Una estúpida profecía.

Pero no pudo hacerlo. ¿Nunca te preguntaste cómo te hiciste esa marca en la frente? No es un corte común. Sucedió cuando una poderosa maldición diabólica te tocó. Fue la que terminó con tu madre, tu padre y la casa, pero no funcionó contigo, y por eso eres famoso, Harry. Nadie a quien él hubiera decidido matar sobrevivió, nadie excepto tú,

En esta sala solo había una persona que sabía a ciencia cierta cuál era la razón por la que Harry había sobrevivido, el resto solo podían hacer conjeturas. Algunas muy cercanas a la realidad y otras simples e inciertas como "Harry es un mago demasiado poderoso".

y eso que acabó con algunas de las mejores brujas y de los mejores magos de la época (los McKinnons, los Bones, los Prewetts...)

Todos bajaron la cabeza con pena recordando a los caídos de esa época.

y tú eras muy pequeño. Pero sobreviviste.

Harry sonrió tristemente y apretó la mano de Hermione con más fuerza.

Algo muy doloroso estaba sucediendo en la mente de Harry. Mientras Hagrid iba terminando la historia, vio otra vez la cegadora luz verde con más claridad de lo que la había recordado antes y, por primera vez en su vida, se acordó de algo más, de una risa cruel, aguda y fría.

Todos miraron a Harry impresionados con algo apretándoles el corazón. Hermione fue ahora la que apretó con fuerza la mano de Harry mientras este sonrió tristemente ¿Qué pensaría su amiga si le contara que casi todos sus sueños acababan de esa manera?

Hagrid lo miraba con tristeza.

—Yo mismo te saqué de la casa en ruinas, por orden de Dumbledore. Y te llevé con esta gente...

—Tonterías —dijo tío Vernon.

—¿Tonterías? —exclamaron muchos.

Harry dio un respingo. Casi había olvidado que los Dursley estaban allí.

—Yo también lo había olvidado —le dijo Ron a su amigo.

Tío Vernon parecía haber recuperado su valor. Miraba con rabia a Hagrid y tenía los puños cerrados.

—Ahora escucha esto, chico —gruñó—: acepto que haya algo extraño acerca de ti, probablemente nada que unos buenos golpes no curen.

—¡Atrévete! —le amenazó Sirius al libro, Harry estaba a punto de decirle que le estaba gritando a un libro cuando comprendió que lo hacía por que se sentía impotente y era lo único que podía hacer por lo que Harry se mantuvo en silencio.

Y todo eso sobre tus padres... Bien, eran raros, no lo niego y, en mi opinión, el mundo está mejor sin ellos...

—¡Pero como se atreve! ¡Esto es el colmo! —gritó Astoria Greengrass poniéndose de pie. Harry no la conocía, no recordaba haber hablado con ella pero le dedicó una triste sonrisa. Esta la rechazó y volvió a sentarse algo alterada.

Muchos temblaban de rabia, el propio Malfoy pensaba que de haber estado ahí le habría partido la cara.

Recibieron lo que buscaban, al mezclarse con esos brujos... Es lo que yo esperaba: siempre supe que iban a terminar mal...

—Pienso matarlo ¡Matarlo! —gritó Sirius fuera de sí. Harry no dudaba que si sus tíos se encontraran en esta misma sala Sirius habría cometido una locura. Soltó la mano de Hermione y se acercó a su padrino, le acerco a la mesa de Gryffindor y se sentó con él en el final de esta. Remus y Tonks se sentaron ahí también, cerca de la familia Weasley. Ron, Hermione y Ginny siguieron a Harry y se sentaron junto a él.

Pero en aquel momento Hagrid se levantó del sofá y sacó de su abrigo un paraguas rosado. Apuntando a tío Vernon, como con una espada, dijo:

—Le prevengo, Dursley, le estoy avisando, una palabra más y...

Muchos asintieron con la cabeza, sintiendo la rabia correr su cuerpo.

Ante el peligro de ser alanceado por la punta de un paraguas empuñado por un gigante barbudo, el valor de tío Vernon desapareció otra vez. Se aplastó contra la pared y permaneció en silencio.

—¡Cobarde! —bramaron muchos.

—Así está mejor —dijo Hagrid, respirando con dificultad y sentándose otra vez en el sofá, que aquella vez se aplastó hasta el suelo.

Harry, entre tanto, todavía tenía preguntas que hacer, cientos de ellas.

—Normal —le dijo Hermione con una sonrisa—. No sabias nada.

—Pero ¿qué sucedió con Vol... perdón, quiero decir con Quién-usted-sabe?

—Buena pregunta, Harry. Desapareció. Se desvaneció. La misma noche que trató de matarte. Eso te hizo aún más famoso. Ése es el mayor misterio, sabes... Se estaba volviendo más y más poderoso... ¿Por qué se fue?

—Murió —declaró el ministro. Harry no se sentía capaz de replicar sin lanzarle un maleficio así que se mantuvo en silencio.

»Algunos dicen que murió.

—Y lo hizo —dijo esta vez Percy.

No creo que le quede lo suficiente de humano para morir.

Los miembros de la orden asintieron de acuerdo con Hagrid.

Otros dicen que todavía está por ahí, esperando el momento, pero no lo creo. La gente que estaba de su lado volvió con nosotros. Algunos salieron como de un trance. No creen que pudieran volver a hacerlo si él regresara.

»La mayor parte de nosotros cree que todavía está en alguna parte, pero que perdió sus poderes.

—¡Esta muerto! —afirmó el ministro cabreado—. ¡Solo estáis diciendo tonterías sin fundamento!

Harry sintió que la furia lo invadía y recorría todas las partes de su cuerpo. Se puso de pie de golpe y sacó la varita.

—¡¿La muerte de Cedric Diggory fue una tontería sin fundamento?! —preguntó gritando, todos en el comedor se estremecieron—. ¡¿Las fugas de azkaban son una tontería sin fundamento?! ¡Y no se atreva a culpar a Sirius, Ministro, porque él no ha salido de casa en lo que llevamos de año! ¡Por que fue declarado culpable sin pruebas! ¡Sin juicio!

Camino hacia el ministro apuntándole con la varita, este se echó hacia detrás inconscientemente.

—¡Es usted un bastardo incompetente! ¡Le escupiría en la cara con mucho gusto en este mismo momento! —le dijo casi rozando nariz con nariz, entonces se dirigió a Percy—. ¡Y tú abre los ojos de una vez! Me da igual que me taches de mentiroso pero tu familia está sufriendo por tu culpa ¡Y tú también!

Cabreado y sin importarle que todo el mundo le observara con la boca abierta se dirigió a la salida del comedor.

—Harry —la llamó Hermione con la voz más tranquila que pudo conseguir—. ¿Y el libro?

—Yo ya lo he vivido, no necesito leerlo.

Sacudió la varita y la puerta del Gran Comedor se abrió, cruzó la puerta y volvió a agitar la varita, la puerta se cerró de golpe.

Harry le dio una patada a la pared. Cabreado, jadeando, con el pie adolorido y sintiéndose estúpido por haberse dejado llevar por sus emociones se dejó caer contra la pared. Una bola de humo apareció junto a él, el humo se desvaneció y apareció un joven enmascarado.

—Hola —dijo simplemente el desconocido.

—¿Qué quieres?

—Calmarte —dijo mientras se sentaba junto a el—. Tienes que afrontar todo esto, para crear no solo el futuro del que yo vengo sino un futuro con muchas muertes menos.

Harry dejo salir un pequeño bufido sarcástico.

—¿Menos muertes? Si querías evitar muertes ¿Por qué no viniste el año pasado para evitar la muerte de Cedric? ¿Por qué no viniste hace quince años antes de que mis padres murieran?

—Aunque no lo creas tengo mis motivos. Bueno, impedimentos más que motivos. Pero uno no puede ser exigente cuando se trata de salvar vidas, tú mismo me lo dijiste... —dijo tristemente mientras se quitaba la máscara—. Papa.

Harry no supo cómo reaccionar; tenía ante él una copia exacta a el mismo. El mismo pelo revuelto, el mismo rostro, los mismos ojos... Pero no tenía gafas así como tampoco tenía cicatriz. Asimiló las palabras del chico, si lo que él decía era cierto (y no parecía ser falso), él era su padre.

—En el futuro del que vengo vives en paz, tienes una familia... Eres feliz. Pero en esta guerra murió mucha gente, gente que, como tú, tendrían que tener el derecho de tener ese futuro feliz. Lo entiendes, sé que lo haces, como sé también que harás lo correcto por difícil que sea.

Harry asintió mientras entendía lo dicho por el joven.

—¿Y tú? —preguntó Harry lentamente —. ¿Eres feliz?

—Lo soy —afirmó sonriendo—. Tengo la mejor familia del mundo, soy extremadamente feliz.
Harry se puso en pie sin saber bien cómo actuar.

—Sabes, durante toda mi vida, cada vez que miraba hacia delante, veía a Voldemort enfrente de mí. Siempre tuve miedo de no tener un futuro pero nunca me importó si con mi vida podía dar un futuro a otra gente. Por desgracia, durante el transcurso de toda mi vida lo único que he conseguido hacer es quitar el futuro a otros. Mis padres murieron por protegerme, Cedric murió por que fui demasiado débil... Ahora todo el mundo me odia y me tacha de mentiroso. Tenía miedo, estaba alterado, me di cuenta de que no era más que un crio de quince años siguiendo un camino que era demasiado grande para el. Tengo que ser verdaderamente un estúpido para que tenga que venir mi hijo a abrirme los ojos... —dijo sonriendo débilmente—. Haré frente a lo que sea para que la gente sea feliz, para que seas feliz.

El desconocido tenía los ojos muy abiertos, estaba sorprendido y maravillado por la madurez de su padre a los quince años. Sabía que él nunca podría compararse con su padre pero nunca supo que la diferencia que había entre ellos era tanta. Harry sonrió con algo mas de fuerza.

—¿Cómo te llamas?

—Albus —dijo simplemente, Harry sonrió satisfecho de su yo futuro por la elección del nombre de su hijo.

—¿Tienes algún hermano? —le preguntó sin dejar de sonreír.

—Sí, esta James que es mayor que yo y Lily que es dos años menor —dijo Albus sonriendo también. Harry ensanchó más su sonrisa, tenía tres hijos, tenía un bonito futuro detrás de Voldemort. Solo tenía que llegar hasta él.


En el Gran Comedor

Los gritos de Harry con el ministro y su salida precipitada habían dejado el Gran Comedor en silencio. El ministro no sabía que decir y Percy intentaba, sin conseguirlo, repetirse a sí mismo que lo que estaba haciendo era lo correcto. Tras unos incomodos minutos de silencio Hagrid decidió que era hora de seguir con la lectura.

Que está demasiado débil para seguir adelante. Porque algo relacionado contigo, Harry, acabó con él. Algo sucedió aquella noche que él no contaba con que sucedería, no sé qué fue, nadie lo sabe... Pero algo relacionado contigo lo confundió.

Fred pensaba hacer una pequeña burla a Harry en ese momento para aligerar el ambiente pero no se atrevió.

Hagrid miró a Harry con afecto y respeto, pero Harry, en lugar de sentirse complacido y orgulloso, estaba casi seguro de que había una terrible equivocación.

Snape abrió mucho los ojos sin creerse del todo lo que estaba leyendo. Una vocecita dentro de él le decía que Harry Potter no era, ciertamente, la persona que él siempre creyó que era. Como no tenía ganas de ponerse a reflexionar sobre eso decidió ignorar esa vocecita.

¿Un mago? ¿Él? ¿Cómo era posible? Había estado toda la vida bajo los golpes de Dudley y el miedo que le inspiraban tía Petunia y tío Vernon. Si realmente era un mago, ¿por qué no los había convertido en sapos llenos de verrugas cada vez que lo encerraban en la alacena? Si alguna vez derrotó al más grande brujo del mundo, ¿cómo es que Dudley siempre podía pegarle patadas como si fuera una pelota?

Todos bajaron la cabeza ante eso, Harry lo había pasado fatal, lo entendían.

—Hagrid —dijo con calma—, creo que está equivocado. No creo que yo pueda ser un mago.
Para su sorpresa, Hagrid se rió entre dientes.

—No eres un mago, ¿eh? ¿Nunca haces que sucedan cosas cuando estás asustado o enfadado?

Todos sonrieron y algunos soltaron alguna risita recordando el incidente de la pitón. Eso aligeró bastante el ambiente y la lectura se volvió bastante más amena.

Harry contempló el fuego. Si pensaba en ello... todas las cosas raras que habían hecho que sus tíos se enfadaran con él, habían sucedido cuando él, Harry, estaba molesto o enfadado: perseguido por la banda de Dudley, de golpe se había encontrado fuera de su alcance; temeroso de ir al colegio con aquel ridículo corte de pelo, éste le había crecido de nuevo y, la última vez que Dudley le pegó, ¿no se vengó de él, aunque sin darse cuenta de que lo estaba haciendo? ¿No le había soltado encima la boa constrictor?

Todos volvieron a reír, esta vez más tranquilos, sin tanta presión.

Harry miró de nuevo a Hagrid, sonriendo, y vio que el gigante lo miraba radiante.
—¿Te das cuenta? —dijo Hagrid—. Conque Harry Potter no es un mago... Ya verás, serás muy famoso en Hogwarts.

—Más de lo que le gustaría —le dijo Hermione a Ron. Este se tomó ese comentario como una puya hacia el así que bajó la cabeza. Él siempre había tenido envidia a Harry pero después de leer esto y de ver como siempre había rechazado su fama comprendió que había sido un idiota. Le debía a Harry más de una disculpa.

Pero tío Vernon no iba a rendirse sin luchar.

—¿No le hemos dicho que no irá? —dijo con desagrado—. Irá a la escuela secundaria Stonewall y nos dará las gracias por ello. Ya he leído esas cartas y necesitará toda clase de porquerías: libros de hechizos, varitas y...

—Si él quiere ir, un gran muggle como usted no lo detendrá —gruñó Hagrid

—¡Eso! —le apoyaron muchos alumnos alzando la voz.

—. ¡Detener al hijo de Lily y James Potter para que no vaya a Hogwarts! Está loco. Su nombre está apuntado casi desde que nació.

—Ciertamente —comentó Remus recordando la velocidad con la que sus padres apuntaron a Harry en Hogwarts.

Irá al mejor colegio de magia del mundo. Siete años allí y no se conocerá a sí mismo. Estará con jóvenes de su misma clase, lo que será un cambio. Y estará con el más grande director que Hogwarts haya tenido: Albus Dumbled...

—¡NO VOY A PAGAR PARA QUE ALGÚN CHIFLADO VIEJO TONTO LE ENSEÑE TRUCOS DE MAGIA! —gritó tío Vernon.

—Hasta aquí podíamos llegar —dijo Sirius con una sonrisa maliciosa—. Hagrid explota cuando alguien insulta a Dumbledore.

Pero aquella vez había ido demasiado lejos. Hagrid empuñó su paraguas y lo agitó sobre su cabeza.

—¡NUNCA... —bramó— INSULTE-A-ALBUS-DUMBLEDORE-EN-MI-PRESENCIA!

—¡Así se habla Hagrid! —le apoyaron muchos mientras Dumbledore sonreía contento.

Agitó el paraguas en el aire para apuntar a Dudley. Se produjo un relámpago de luz violeta, un sonido como de un petardo, un agudo chillido y, al momento siguiente, Dudley saltaba, con las manos sobre su gordo trasero, mientras gemía de dolor. Cuando les dio la espalda, Harry vio una rizada cola de cerdo que salía a través de un agujero en los pantalones.

El gran comedor se llenó de ruidosas carcajadas, muchos aplaudían a Hagrid emocionados.

—Eso ha sido increíble —le aseguraron los gemelos mientras reían.

Hagrid, disfrutando de las risas que su acto había causado, esperó a que estas cesaran para seguir leyendo.

Tío Vernon rugió. Empujó a tía Petunia y a Dudley a la otra habitación, lanzó una última mirada aterrorizada a Hagrid y cerró con fuerza la puerta detrás de ellos.

Hagrid miró su paraguas y se tiró de la barba.

—No debería enfadarme —dijo con pesar—, pero a lo mejor no ha funcionado. Quise convertirlo en un cerdo, pero supongo que ya se parece mucho a un cerdo y no había mucho por hacer.

El gran comedor se llenó nuevamente de risas, pero esta vez, ante la mirada severa de McGonagall, Hagrid no esperó a que cesaran para continuar.

Miró de reojo a Harry, bajo sus cejas pobladas.

—Te agradecería que no le mencionaras esto a nadie de Hogwarts —dijo—. Yo... bien, no me está permitido hacer magia, hablando estrictamente. Conseguí permiso para hacer un poquito, para que te llegaran las cartas y todo eso... Era una de las razones por las que quería este trabajo...

—¿Por qué no le está permitido hacer magia? —preguntó Harry.

—Porque fue acusado injustamente —rugió Ron enfadado.

—Bueno... yo fui también a Hogwarts y, si he de ser franco, me expulsaron. En el tercer año. Me rompieron la varita en dos. Pero Dumbledore dejó que me quedara como guarda bosques. Es un gran hombre.

—¿Por qué lo expulsaron?

—No contestará —dijo Remus.

—Se está haciendo tarde y tenemos muchas cosas que hacer mañana —dijo Hagrid en voz alta—. Tenemos que ir a la ciudad y conseguirte los libros y todo lo demás.

—Qué extraño ¿No crees, Lunático? Hagrid acaba de cambiar de tema, nunca le había visto hacer algo así —dijo sarcásticamente Sirius mientras Remus sonreía.

Se quitó su grueso abrigo negro y se lo entregó a Harry

Molly le agradeció a Hagrid con la mirada por preocuparse por Harry.

—Puedes taparte con esto —dijo—. No te preocupes si algo se agita. Creo que todavía tengo lirones en un bolsillo.

Y con unas pequeñas risas finales el capítulo llegó a su fin.

—¿Quién quiere leer ahora? —preguntó el guardabosques agitando el libro en su mano con una sonrisa. La profesora Sinistra se ofreció voluntaria y Hagrid le entregó el libro.

El callejón Diagon —leyó la profesora Sinitra con una sonrisa en la boca.


1 comentario :

  1. Disculpame, pero en calidad de fanática de Harry Potter que ama tu historia, me siento obligada de informarte que en tu explicación de que es un rifle, pusiste que Sinistra es la profesora de Estudios Muggles, cuando ella es la maestra de Astronomía, la de Estudios Muggles es Charity Burbage
    Atte: Paulina6198

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