miércoles, 20 de agosto de 2014

Nicolás Flamel


Tanto todos los personajes como los párrafos en negrita pertenecen a J.K. Rowling.


NICOLÁS FLAMEL

—Yo leeré ahora —se ofreció Fudge y se acercó a Snape, este le dio el libro y volvió a su asiento. Wood le miró extrañado ¿Qué hacia el ministro leyendo un libro en Hogwarts sobre Harry? El título del siguiente capítulo lo sacó de sus pensamientos—. Nicolás Flamel.

Muchos escucharon el títulos con los ojos muy abiertos, por fin descubrirían quien era Nicolás Flamel. Fudge, sin dejar tiempo para interrupciones, comenzó con la lectura.

Dumbledore había convencido a Harry de que no buscara otra vez el espejo de Oesed, y durante el resto de las vacaciones de Navidad la capa invisible permaneció doblada en el fondo de su baúl.

—Que desperdicio —comentaron los gemelos negando con la cabeza, intentando aligerar el triste ambiente que había quedado tras el anterior capitulo. Algunos sonrieron ante eso, poco a poco el ambiente volvía a la normalidad.

Harry deseaba poder olvidar lo que había visto en el espejo, pero no pudo. Comenzó a tener pesadillas. Una y otra vez, soñaba que sus padres desaparecían en un rayo de luz verde, mientras una voz aguda se reía.

Muchos se estremecieron y Hermione acarició la mano de Harry, para tranquilizarle.

—¿Te das cuenta? Dumbledore tenía razón. Ese espejo te puede volver loco —dijo Ron, cuando Harry le contó sus sueños.

Todos asintieron, aunque muchos tenían curiosidad por saber cómo se verían ellos en el espejo no querían acercarse a él.

Hermione, que volvió el día anterior al comienzo de las clases, consideró las cosas de otra manera. Estaba dividida entre el horror de la idea de Harry vagando por el colegio tres noches seguidas («¡Si Filch te hubiera atrapado!») y desilusionada porque finalmente no hubieran descubierto quién era Nicolás Flamel.

—No entendía la gravedad del asunto —aseguró ella tristemente.

Ya casi habían abandonado la esperanza de descubrir a Flamel en un libro de la biblioteca, aunque Harry estaba seguro de haber leído el nombre en algún lado. Cuando empezaron las clases, volvieron a buscar en los libros durante diez minutos durante los recreos. Harry tenía menos tiempo que ellos, porque los entrenamientos de quidditch habían comenzado también.

Ante la mención del quidditch muchos parecieron animarse. Harry notó como a Wood siempre se le escapaba una sonrisa cada vez que escuchaba la palabra "quidditch". Harry sonrió, era algo muy similar a lo que ocurría con la gente cuando escuchaban la palabra "Voldemort" solo que en vez de estremecerse sonreía.

Wood los hacía trabajar más duramente que nunca. Ni siquiera la lluvia constante que había reemplazado a la nieve podía doblegar su ánimo.

Muchos miembros del equipo suspiraron mientras Oliver asentía, orgulloso de su pasado yo.

Los Weasley se quejaban de que Wood se había convertido en un fanático,

Los gemelos y muchos otros miembros del equipo asintieron mientras Oliver les miraba con mala cara.

pero Harry estaba de acuerdo con Wood.

—Otro loco —dijeron los gemelos sonriendo al mismo tiempo que Oliver le miraba con orgullo.

—Es una suerte, Potter —comenzó la profesora McGonagall—. Porque llevo un tiempo pensando en que seas el capitán del equipo de Gryffindor el año que viene.

Ese comentario hizo desaparecer todo rastro de tristeza del comedor. Harry abrió mucho los ojos, emocionado, mientras los Gyffindor le aplaudían a rabiar y le felicitaban.

Si ganaban el próximo partido contra Hufflepuff, podrían alcanzar a Slytherin en el campeonato de las casas, por primera vez en siete años.

—Más os vale no perder otro año más —rugió Sirius sacando el león que llevaba dentro y los Gryffindor bajaron la cabeza intimidados.

Además de que deseaba ganar; Harry descubrió que tenía menos pesadillas cuando estaba cansado por el ejercicio.

Muchos le dirigieron alguna sonrisa.

Entonces, durante un entrenamiento en un día especialmente húmedo y lleno de barro, Wood les dio una mala noticia. Se había enfadado mucho con los Weasley, que se tiraban en picado y fingían caerse de las escobas.

—¡Dejad de hacer tonterías! —gritó—. ¡Ésas son exactamente las cosas que nos harán perder el partido! ¡Esta vez el árbitro será Snape, y buscará cualquier excusa para quitar puntos a Gryffindor!

—¡¿Qué?! —rugieron muchos enfadados pero la voz de Sirius resonó por encima de la del resto.

—¡Quiere volver a hechizar la escoba de Harry! —gruñó Sirius. Si no fuera porque veía que Harry estaba vivo y sin un rasguño habría empezado a hechizar a Snape de mil maneras diferentes.

Todos volvían a cuestionarse sus opiniones sobre Snape, todo indicaba que quería volver a hechizar a Harry lo que significaba que, si, la otra vez también había sido él. La mayoría de los adultos, descontando a Sirius que desconfiaba de Snape, llegaron a la conclusión de que Snape hacía de árbitro para intentar salvarle en caso de que hubiese una situación similar.

George Weasley, al oír esas palabras, casi se cayó de verdad de su escoba.

Molly gimió al escuchar esa frase.

—¿Snape va a ser el árbitro? —Escupió un puñado de barro—. ¿Cuándo ha sido árbitro en un partido de quidditch? No será imparcial, si nosotros podemos sobrepasar a Slytherin.

—Aun y todo no sería imparcial —aseguró Sirius.

El resto del equipo se acercó a George para quejarse.

—No es culpa mía —dijo Wood—. Lo que tenemos que hacer es estar seguros de jugar limpio, así no le daremos excusa a Snape para marcarnos faltas.

Todo aquello estaba muy bien, pensó Harry; pero él tenía otra razón para no querer estar cerca de Snape mientras jugaba a quidditch.

Muchos asintieron cada vez más preocupados.

Los demás jugadores se quedaron, como siempre, para charlar entre ellos al finalizar el entrenamiento, pero Harry se dirigió directamente a la sala común de Gryffindor; donde encontró a Ron y Hermione jugando al ajedrez. El ajedrez era la única cosa a la que Hermione había perdido, algo que Harry y Ron consideraban muy beneficioso para ella.

Hermione suspiró entre exasperada y divertida.

—¿Qué? Es cierto —le aseguró Ron y Hermione le dio una colleja.

—No me hables durante un momento —dijo Ron, cuando Harry se sentó al lado—. Necesito concen... —vio el rostro de Harry—. ¿Qué te sucede? Tienes una cara terrible.

—Eso es ser un buen amigo —afirmó Sirius sonriendo—. Dejar lo que sea que estés haciendo para decir que tiene una cara horrible.

Muchos rieron y Harry rodó los ojos.

En tono bajo, para que nadie más los oyera, Harry les explicó el súbito y siniestro deseo de Snape de ser árbitro de quidditch.

—No juegues —dijo de inmediato Hermione.

—Diles que estás enfermo —añadió Ron.

—Finge que se te ha roto una pierna —sugirió Hermione.

—No colaría —les aseguró Remus.

—Rómpete una pierna de verdad —dijo Ron.

—Eso está mejor —dijeron los gemelos sonriendo.

—No puedo —dijo Harry—. No hay un buscador suplente. Si no juego, Gryffindor tampoco puede jugar.

—Ese es nuestro Harry —dijo Oliver orgulloso.

En aquel momento Neville cayó en la sala común. Nadie se explicó cómo se las había arreglado para pasar por el agujero del retrato, porque sus piernas estaban pegadas juntas, con lo que reconocieron de inmediato el Maleficio de las Piernas Unidas. Había tenido que ir saltando todo el camino hasta la torre Gryffindor.

Todos miraron a Neville impresionados y este su puso rojo.

Todos empezaron a reírse, salvo Hermione, que se puso de pie e hizo el contramaleficio.

Neville le agradeció a Hermione con la mirada.

Las piernas de Neville se separaron y pudo ponerse de pie, temblando.

—¿Qué ha sucedido? —preguntó Hermione, ayudándolo a sentarse junto a Harry y Ron.

—Malfoy —respondió Neville temblando—. Lo encontré fuera de la biblioteca. Dijo que estaba buscando a alguien para practicarlo.

—¡Serás capullo! —gritó Hannah y sacó su varita pero Susan la detuvo.

—Déjalo, ya se encargaran los profesores.

—¡Veinte puntos menos para Slytherin! Y, por esto y por todo lo anterior queda usted castigado, señor Malfoy —declaró la profesora McGonagall furiosa.

Entonces, como pasó hace muchos capítulos el Gran Comedor se llenó de humo, ¿Iban a volver a convertir a Malfoy en un cerdo?

Oh, Scorpius, déjalo ya. Sabes que se lo merece. Le ha hechizado solo porque quería probar el hechizo —dijo una voz desconocida para Harry.

¡No me vengas con esas! ¿Acaso no pasó lo mismo en el sexto año de tu padre solo que con un conjuro mucho peor? —dijo otra voz que Harry tampoco conocía.

James, Scorpius tiene razón. O no hechizas a Malfoy o luego tendrás que hechizar a tu padre también —dijo una voz femenina con un tono mandón que recordaba mucho al de Hermione.

Oh, está bien, ¡Pero cada vez que llame a alguien sangre sucia pienso venir a darle una paliza! —dijo la primera voz.

Y yo te ayudaré —le secundo la segunda voz.

Harry entrecerró los ojos, el humo comenzaba a disiparse así podría ver a los enmascarados pero, como pronto pudo comprobar estos habían desaparecido y Malfoy estaba intacto. Harry comenzó a pensar en lo que había oído. Scorpius y James. El nombre Scorpius no le decía nada pero, si lo que Albus le dijo era correcto, lo más probable era que ese James fuese el primogénito de Harry. Y eso significaba que, en su sexto año Harry había maldecido a alguien solo por probar un conjuro y, por lo que había oído, era un conjuro bastante peor que el de piernas unidas, ¿Por qué lo habría hecho?

Despues de unos minutos en los que nadie sabía cómo reaccionar la lectura continuó.

—¡Ve a hablar con la profesora McGonagall! —lo instó Hermione—. ¡Acúsalo!

Muchos asintieron con la cabeza.

Neville negó con la cabeza.

—No quiero tener más problemas —murmuró.

Algunos le sonrieron a Neville, sabían que no le gustaban los problemas.

—¡Tienes que hacerle frente, Neville! —dijo Ron—. Está acostumbrado a llevarse a todo el mundo por delante, pero ésa no es una razón para echarse al suelo a su paso y hacerle las cosas más fáciles.

—Bien dicho —le corearon muchos, gente de todas las casas.

—No es necesario que me digas que no soy lo bastante valiente para pertenecer a Gryffindor; eso ya me lo dice Malfoy —dijo Neville, atragantándose.

Muchos fulminaron a Malfoy con la mirada.

Harry buscó en los bolsillos de su túnica y sacó una rana de chocolate, la última de la caja que Hermione le había regalado para Navidad. Se la dio a Neville, que parecía estar a punto de llorar.

Neville le agradeció a Harry con la mirada y este percibió como muchos otros le sonreían. Sirius y Tonks miraban a Lupin de manera burlona, Lupin también solía recurrir al chocolate para calmar a la gente.

—Tu vales por doce Malfoys —dijo Harry—. ¿Acaso no te eligió para Gryffindor el Sombrero Seleccionador? ¿Y dónde está Malfoy? En la apestosa Slytherin.

Los Gryffindor asintieron con ganas y sonrieron a Neville mientras las serpientes siseaban.

—Ya vale ¿No? Parece que pensáis que aquí somos todos como Malfoy, Pansy y los dos gorilas —se quejó una Slytherin de séptimo.

—Estaba en primero y Malfoy era el único Slyhterin que conocía —se excusó Harry y la chica se sentó, dando ese comentario por válido.

Neville dejó escapar una débil sonrisa, mientras desenvolvía el chocolate.

—Gracias, Harry.. Creo que me voy a la cama... ¿Quieres el cromo? Tú los coleccionas, ¿no?

—No, Neville, gracias a ti. Gracias a ti supimos quién era Nicolás Flamel —le aseguró Harry sonriendo y todos le miraron extrañados.

Mientras Neville se alejaba, Harry miró el cromo de los Magos Famosos.

—Dumbledore otra vez —dijo— Él fue el primero que...

Bufó. Miró fijamente la parte de atrás de la tarjeta. Luego levantó la vista hacia Ron y Hermione.

Todos escuchaban cada vez más extrañados.

—¡Lo encontré! —susurró—. ¡Encontré a Flamel! Os dije que había leído ese nombre antes. Lo leí en el tren, viniendo hacia aquí. Escuchad lo que dice: «El profesor Dumbledore es particularmente famoso por derrotar al mago tenebroso Grindelwald, en 1945, por el descubrimiento de las doce aplicaciones de la sangre de dragón ¡y por su trabajo en alquimia con su compañero Nicolás Flamel!».

Entonces la comprensión llegó al Gran Comedor y muchos comenzaron a reír.

—Os pasasteis semanas buscando a ese tipo en la biblioteca ¡Incluso en la sección prohibida! —dijo George riendo.

—¡Y lo encontráis en un cromo! —dijo Fred riendo también.

Hermione dio un salto. No estaba tan excitada desde que le dieron la nota de su primer trabajo.

—Creo que nos excitan cosas muy diferentes —le aseguró Lavender con una extraña sonrisa y Hermione se puso roja.

—¡Esperad aquí! —dijo, y se lanzó por la escalera hacia el dormitorio de las chicas. Harry y Ron casi no tuvieron tiempo de intercambiar una mirada de asombro y ya estaba allí de nuevo, con un enorme libro entre los brazos.

—¡Nunca pensé en buscar aquí! —susurró excitada—. Lo saqué de la biblioteca hace semanas, para tener algo ligero para leer.

—¿Ligero? —murmuraron muchos.

—¿Ligero? —dijo Ron, pero Hermione le dijo que esperara, que tenía que buscar algo y comenzó a dar la vuelta a las páginas, enloquecida, murmurando para sí misma.
Al fin encontró lo que buscaba.

—¡Lo sabía! ¡Lo sabía!

—¿Podemos hablar ahora? —dijo Ron con malhumor. Hermione hizo caso omiso de él.

—Nicolás Flamel —susurró con tono teatral— es el único descubridor conocido de la Piedra Filosofal.

Los que ya lo sabían sonrieron al trío, por fin lo habían descubierto. Y los que no lo sabían escuchaban emocionados, eso corroboraba que lo que escondía el perro era la piedra, definitivamente.

Aquello no tuvo el efecto que ella esperaba.

—¿La qué? —dijeron Harry y Ron.

—¡Oh, no lo entiendo! ¿No sabéis leer? Mirad, leed aquí. Empujó el libro hacia ellos, y Harry y Ron leyeron:

El antiguo estudio de la alquimia está relacionado con el descubrimiento de la Piedra Filosofal, una sus tancia legendaria que tiene poderes asombrosos. La piedra puede transformar cualquier metal en oro puro. También produce el Elixir de la Vida, que hace inmortal al que lo bebe.

—¡Inmortal! —repitieron muchos asombrados.

Se ha hablado mucho de la Piedra Filosofal a través de los siglos, pero la única Piedra que existe actualmente pertenece al señor Nicolás Flamel, el notable alquimista y amante de la ópera. El señor Flamel, que cumplió seiscientos sesenta y cinco años el año pasado, lleva una vida tranquila en Devon con su esposa Perenela (de seiscientos cincuenta y ocho años).

—Wow, más de seiscientos años —dijeron muchos con los ojos muy abiertos.

—¿Y no se aburren de vivir? —preguntó Ginny y todos se giraron hacia ella extrañados—. Quiero decir, ¡Son seiscientos años y con una piedra que transforma metal en oro! Habrán visto todo lo que haya querido ver y más, tiene que ser aburrido.

—Es un planteamiento interesante, señorita Weasley —confirmó el profesor Dumbledore sonriendo—. Para tu información, el señor y la señora Flamel murieron ese mismo año.

Todos lo escucharon asombrados.

—Es la mejor manera de morir —declaró Harry y todos se giraron hacia el—. Morir en el momento que tú lo elijas. Es tu vida y deberías tener derecho para terminarla unicamente cuando tú lo desees.

Muchos escucharon a Harry asombrados y le dieron la razón. Ciertamente, mejor que morir cuando la vida lo elija o que vivir eternamente era elegir cuando morir.

—Bueno, y después de este pequeño espacio filosófico, continuo leyendo —dijo el ministro entre bufidos.

—¿Veis? —dijo Hermione, cuando Harry y Ron termina ron—. El perro debe de estar custodiando la Piedra Filosofal de Flamel. Seguro que le pidió a Dumbledore que se la guardase, porque son amigos y porque debe de saber que alguien la busca. ¡Por eso quiso que sacaran la Piedra de Gringotts!

—Grandes deducciones, señorita Grenger —le aseguró Ojoloco Moody haciendo que la castaña se sonrojara.

—¡Una piedra que convierte en oro y hace que uno nunca muera! —dijo Harry—. ¡No es raro que Snape la busque! Cualquiera la querría.

Muchos asintieron, era una piedra muy tentadora.

—Y no es raro que no pudiéramos encontrar a Flamel en ese Estudio del reciente desarrollo de la hechicería —dijo Ron—. Él no es exactamente reciente si tiene seiscientos se senta y cinco años, ¿verdad?

De nuevo la gente asintió, todo lo que el trío decía era muy cierto.

—Realmente hacéis un buen equipo —declaró Moody sonriendo.

A la mañana siguiente, en la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, mientras copiaban las diferentes formas de tratar las mordeduras de hombre lobo, Harry y Ron se guían discutiendo qué harían con la Piedra Filosofal si tuvieran una.

Fudge supo que en ese instante muchos comenzarían la discusión en el Gran Comedor así que no les dio tiempo para hablar y siguió leyendo.

Hasta que Ron dijo que él se compraría su propio equipo de quidditch y Harry recordó el partido en que tendría a Snape de árbitro.

—Jugaré —informó a Ron y Hermione—. Si no lo hago, todos los Slytherins pensarán que tengo miedo de enfrentarme con Snape. Les voy a demostrar... les voy a borrar la sonrisa de la cara si ganamos.

Muchos sonrieron a Harry.

—Gryffindor tenías que ser —le dijo Cho rodando los ojos divertida y Harry sintió que se ruborizaba pero no percibió a su izquierda a una pelirroja removiéndose incomoda en su asiento (N.A. Ok, lo siento por hacerla obvia pero es que me encanta Ginny con celos :3 dejadme al menos esto ¿Ok?)

—Siempre y cuando no te borren a ti del terreno de juego —dijo Hermione.

Muchos se estremecieron ante el comentario. Harry estaba en una posición peligrosa.

Sin embargo, a medida que se acercaba el día del partido, Harry se ponía más nervioso, pese a todo lo que le había di cho a sus amigos. El resto del equipo tampoco estaba dema siado tranquilo. La idea de alcanzar a Slytherin en el torneo de la casa era maravillosa, nadie lo había conseguido en siete años, pero ¿podrían hacerlo con aquel árbitro tan parcial?

Los profesores fulminaron a Snape y Dumbledore se recordó a si mismo que tendría una charla con Snape sombre imparcialidad.

Harry no sabía si se lo imaginaba o no, pero veía a Snape por todas partes. Por momentos, hasta se preguntaba si Sna pe no lo estaría siguiendo para atraparlo. Las clases de Pociones se convirtieron en torturas semanales para Harry, por la forma en que lo trataba Snape. ¿Era posible que Snape supiera que ellos habían averiguado lo de la Piedra Filosofal? Harry no se imaginaba cómo podía saberlo... aunque algunas veces tenía la horrible sensación de que Snape podía leer los pensamientos.

—¡Usaste la legeremancia con un niño de once años! —le acusó Remus enojado.

—No tienes pruebas de que lo haya hecho, Remus —le dijo Dumbledore de manera severa—. Solo has escuchado la percepción de Harry.

Harry estaba seguro de que Snape había entrado en su mente pero no dijo nada, con el ministro delante podían llevar las cosas a un nivel superior a un pequeño castigo y eso tampoco era lo que él quería.

Harry supo, cuando le desearon suerte en la puerta de los vestuarios, la tarde siguiente, que Ron y Hermione se preguntaban si volverían a verlo con vida.

Ron y Hermione se removieron en sus asientos algo incómodos.

Aquello no era lo que uno llamaría reconfortante. Harry casi no oyó las palabras de Wood, mientras se ponía la túnica de quidditch y cogía su Nimbus 2.000.

Ron y Hermione, entre tanto, encontraron un sitio en las gradas, cerca de Neville, que no podía entender por qué estaban tan preocupados, ni por qué llevaban sus varitas al partido.

—Ahora lo entiendo —aseguró y todos asintieron con la cabeza.

Lo que Harry no sabía era que Ron y Hermione habían estado practicando en secreto el Maleficio de las Piernas Unidas. Se les ocurrió la idea cuando Malfoy lo utilizó con Neville, y estaban listos para utilizarlo con Snape, si daba alguna señal de querer hacer daño a Harry.

—Ese es el espíritu —les dijo Sirius orgulloso.

—No te olvides, es locomotor mortis —murmuró Hermione, mientras Ron deslizaba su varita en la manga de la túnica.

—Ya lo sé —respondió enfadado—. No me des la lata.

Algunos rieron por el comportamiento de Ron.

Mientras tanto, en el vestuario, Wood había llevado aparte a Harry

—No quiero presionarte, Potter; pero si alguna vez nece sitamos que se capture en seguida la snitch, es ahora. Necesitamos terminar el partido antes de que Snape pueda favorecer demasiado a Hufflepuff.

—Eso, Harry, sin presiones —le dijo George sonriendo.

—¡Todo el colegio está allí fuera! —dijo Fred Weasley, espiando a través de la puerta—. Hasta... ¡Vaya, Dumbledore ha venido al partido!

Muchos miraron al director extrañado, el solo solía acudir a la final.

El corazón de Harry dio un brinco.

—¿Dumbledore? —dijo, corriendo hasta la puerta para asegurarse. Fred tenía razón. Aquella barba plateada era inconfundible.

Algunos soltaron una risita.

Harry tenía ganas de reírse a carcajadas, del alivio que sentía. Estaba a salvo. No había forma de que Snape se animara a hacerle algo si Dumbledore estaba mirando.

Dumbledore le sonrió a Harry, feliz por saber la confianza que le tenía el chico.

Tal vez por eso Snape parecía tan enfadado mientras los equipos desfilaban por el terreno de juego, algo que Ron también notó.

—Nunca vi a Snape con esa cara de malo —dijo a Her mione—. Mira, ya salen. ¡Eh!
Alguien había golpeado a Ron en la parte de atrás de la cabeza. Era Malfoy.

Los Gryffindor y los Weasleys gruñeron a Malfoy, que intentaba encogerse en su asiento hasta desaparecer.

—Oh, perdón, Weasley, no te había visto.

Malfoy sonrió burlonamente a Crabbe y Goyle.

—Me pregunto cuánto tiempo durará Potter en su escoba esta vez. ¿Alguien quiere apostar? ¿Qué me dices, Weasley?

Ron no le respondió: Snape acababa de pitar un penalti a favor de Hufflepuff, porque George Weasley le había tirado una bludger.

—Mereció la pena —confesó George sonriendo.

—Por cierto, Harry ¿Cómo nos reconoces así de fácil? ¡No puede hacerlo ni nuestra madre! —le preguntó Fred extrañado y muchos se giraron hacia el azabache, curiosos.

—Intuición, supongo —dijo Harry mientras se encogía de hombros.

Todos volvieron a admirar la increíble intuición de Harry.

Hermione, que tenía los dedos cruzados sobre la falda, observaba sin cesar a Harry, que circulaba sobre el juego como un halcón, buscando la snitch.

—¿Sabéis por qué creo que eligen a la gente para la casa de Gryffindor? —dijo Malfoy en voz alta unos minutos más tarde, mientras Snape daba otro penalti a Hufflepuff, sin ningún motivo—. Es gente a la que le tienen lástima. Por ejemplo, está Potter; que no tiene padres,

—¡Serás idiota! —rugieron muchos y apuntaron a Malfoy con la varita, dispuestos a hechizarle pero Fudge siguió leyendo. Mientras Malfoy seguía enfureciéndose consigo mismo por no ser consciente de la gravedad de sus comentarios, tenía que arreglar eso.

luego los Weasley, que no tienen dinero... Y tú, Longbottom, que no tienes cerebro.

—Quince puntos menos para Slytherin, a este ritmo os quedareis sin puntos antes de acabar el primer libro —dijo la profesora McGonagall suspirando—. Y dos días más de castigo.

Neville se puso rojo y se volvió en su asiento para encararse con Malfoy

—Yo valgo por doce como tú, Malfoy —tartamudeó.

Malfoy, Crabbe y Goyle estallaron en carcajadas, pero Ron, sin quitar los ojos del partido, intervino.

—Así se habla, Neville.

Muchos asintieron y Neville les sonrió.

—Longbottom, si tu cerebro fuera de oro serías más pobre que Weasley, y con eso te digo todo.

—Otros cinco puntos menos para Slytherin —declaró el profesor Flitwick.

La preocupación por Harry estaba a punto de acabar con los nervios de Ron.

—Te prevengo, Malfoy... Una palabra más...

—¡Ron! —dijo de pronto Hermione—. ¡Harry...!

Todos escucharon con atención.

—¿Qué? ¿Dónde?

Harry había salido en un espectacular vuelo, que arran có gritos de asombro y vivas entre los espectadores. Hermio ne se puso de pie, con los dedos cruzados en la boca, mientras Harry se lanzaba velozmente hacia el campo, como una bala.

Todos en el Gran Comedor escuchaban con mucha atención.

—Tenéis suerte, Weasley, es evidente que Potter ha visto alguna moneda en el campo —dijo Malfoy

Ron estalló.

—¡Dale una paliza! —le animaron sus hermanos y, para sorpresa del pelirrojo, su madre no dijo nada.

Antes de que Malfoy supiera lo que estaba pasando, Ron estaba encima de él, tirándolo al suelo. Neville vaciló, pero luego se encaramó al respaldo de su silla para ayudar.

—¡Vamos, Harry! —gritaba Hermione, subiéndose al asiento para ver bien a Harry, sin darse cuenta de que Malfoy y Ron rodaban bajo su asiento y sin oír los gritos y golpes de Neville, Crabbe y Goyle.

—Diez puntos menos para Slytherin y para Gryffindor por pelearos —anunció la profesora McGonagall.

—Neville estuvo increíble —dijo Ron en voz alta—. Se peleó el solo con Crabbe y Goyle el solo.

Muchos felicitaron a Neville sin importarles que Gryffindor hubiese perdido diez puntos.

En el aire, Snape puso en marcha su escoba justo a tiempo para ver algo escarlata que pasaba a su lado, y que no chocó con él por sólo unos centímetros. Al momento siguiente Harry subía con el brazo levantado en gesto de triunfo y la mano apretando la snitch.

El Gran Comedor estalló en aplausos y felicitaciones.

Las tribunas bullían. Aquello era un récord, nadie recordaba que se hubiera atrapado tan rápido la snitch.

—Ese es mi ahijado —dijo Sirius orgulloso y le revolvió el pelo de la cabeza. Harry vio como Remus y Tonks le sonreían. Le pareció irónico ver a Tonks sonriéndole cuando el equipo de su casa acababa de perder pero no le dio demasiada importancia.

—¡Ron! ¡Ron! ¿Dónde estás? ¡El partido ha terminado! ¡Hemos ganado! ¡Gryffindor es el primero! —Hermione bailaba en su asiento y se abrazaba con Parvati Patil, de la fila de delante.

Los vítores continuaban en el Gran Comedor.

Harry saltó de su escoba, a centímetros del suelo. No podía creerlo. Lo había conseguido... El partido había terminado y apenas había durado cinco minutos.

—¡Cinco minutos! —dijeron muchos asombrados—. ¡Increíble!

Mientras los de Gryffindor se acercaban al terreno de juego, vio que Snape aterrizaba cerca, con el rostro blanco y los labios tirantes. Entonces Harry sintió una mano en su hombro y, al darse la vuelta, se encontró con el rostro sonriente de Dumbledore.

—Bien hecho —dijo Dumbledore en voz baja, para que sólo Harry lo oyera—. Muy bueno que no buscaras ese espejo... que te mantuvieras ocupado... excelente...

Harry y algunos otros le sonrieron al director.

Snape escupió con amargura en el suelo.

Algunos rieron divertidos y otros sonrieron satisfechos.

Un rato después, Harry salió del vestuario para dejar su Nimbus 2.000 en la escobera. No recordaba haberse sentido tan contento. Había hecho algo de lo que podía sentirse orgulloso. Ya nadie podría decir que era sólo un nombre célebre.

Varios miraron a Harry extrañados.

—¿No odiabas la fama? —le preguntó Ron extrañado.

—Odio la fama que tengo por el sacrificio de mi madre pero me gusta si es por el quidditch —afirmó satisfecho y muchos le sonrieron.

El aire del anochecer nunca había sido tan dulce. Anduvo por la hierba húmeda, reviviendo la última hora en su mente, en una feliz nebulosa: los Gryffindors corriendo para llevarlo en andas, Ron y Hermione en la distancia, saltando como locos, Ron vitoreando en medio de una gran hemorragia nasal...

Molly miró a Ron entre preocupada y satisfecha.

Harry llegó a la cabaña. Se apoyó contra la puerta de madera y miró hacia Hogwarts, cuyas ventanas despedían un brillo rojizo en la puesta del sol. Gryffindor a la cabeza. Él lo había hecho, le había demostrado a Snape...

Y hablando de Snape.

Todos miraron el libro extrañados.

Una figura encapuchada bajó sigilosamente los escalones delanteros del castillo. Era evidente que no quería ser visto dirigiéndose a toda prisa hacia el bosque prohibido. La victoria se apagó en la mente de Harry mientras observaba. Reconoció a la figura que se alejaba. Era Snape, escabulléndose en el bosque, mientras todos estaban en la cena... ¿Qué sucedía?

Eso era lo que todos se preguntaban en el Gran Comedor.

Harry saltó sobre su Nimbus 2.000 y se elevó. Deslizándose silenciosamente sobre el castillo, vio a Snape entrando en el bosque. Lo siguió.

—Eso es de mala educación, Potter —se quejó Snape.

—También lo es tener favoritismo e inventarse reglas —le dijo McGonagall con los labios muy tensos.

Los árboles eran tan espesos que no podía ver adónde había ido Snape. Voló en círculos, cada vez más bajos, rozando las copas de los árboles, hasta que oyó voces. Se deslizó hacia allí y se detuvo sin ruido, sobre un haya.

Con cuidado se detuvo en una rama, sujetando su escoba y tratando de ver a través de las hojas.
Abajo, en un espacio despejado y sombrío, vio a Snape. Pero no estaba solo. Quirrell también estaba allí. Harry no podía verle la cara, pero tartamudeaba como nunca. Harry se esforzó por oír lo que decían.

Todos miraban el libro expectantes.

—... n-no sé p-por qué querías ver-verme j-justo a-aquí, de entre t-todos los l-lugares, Severus...
—Oh, pensé que íbamos a mantener esto en privado —dijo Snape con voz gélida—. Después de todo, los alumnos no deben saber nada sobre la Piedra Filosofal.

Todos abrieron mucho los ojos.

Harry se inclinó hacia delante. Quirrell tartamudeaba algo y Snape lo interrumpió.

—¿Ya has averiguado cómo burlar a esa bestia de Hagrid?

—¿Por qué querías saber cómo burlar a Fluffy? —preguntó Hagrid extrañado.

Todos miraban a Snape con el entrecejo fruncido y Sirius cada vez estaba más seguro de que sus instintos eran correctos, Snape tenía que ser el culpable.

—P-p-pero Severus, y-yo...

—Tú no querrás que yo sea tu enemigo, Quirrell —dijo Snape, dando un paso hacia él.

—Y-yo no s-sé qué...

—Tú sabes perfectamente bien lo que quiero decir.

Una lechuza dejó escapar un grito y Harry casi se cae del árbol.

Algunos miraron el libro con preocupación.

Se enderezó a tiempo para oír a Snape decir:

—... tu pequeña parte del abracadabra. Estoy esperando.

—P-pero y-yo no...

—Muy bien —lo interrumpió Snape—. Vamos a tener otra pequeña charla muy pronto, cuando hayas tenido tiempo de pensar y decidir dónde están tus lealtades.

Se echó la capa sobre la cabeza y se alejó del claro. Ya es taba casi oscuro, pero Harry pudo ver a Quirrell inmóvil, como si estuviera petrificado.

—No he entendido nada —confesó Neville y muchos le dieron la razón, ellos tampoco habían entendido nada. Todo lo que habían oído apuntaba a que el profesor Snape era el culpable ¿Qué tenía que ver Quirrel con todo esto?

—¿Harry, dónde estabas? —preguntó Hermione con voz aguda.

—¡Ganamos! ¡Ganamos! ¡Ganamos! —gritaba Ron al tiempo que daba palmadas a Harry en la espalda—. ¡Y yo le puse un ojo negro a Malfoy y Neville trató de vencer a Crabbe y Goyle él solo! Todavía está inconsciente,

—¿Inconsciente? —dijeron muchos preocupados pero una tranquilizadora sonrisa de Neville hizo que se calmaran. Sus sonrisas, pensó Hannah, podrían tranquilizar a cualquiera sin importar la situación.

pero la señora Pomfrey dice que se pondrá bien. Todos te están esperando en la sala común, vamos a celebrar una fiesta, Fred y George robaron unos pasteles y otras cosas de la cocina...

—¡No los robamos! —se apresuraron a decir al ver cómo les miraba su madre—. Se los pedimos a los elfos de las cocinas y nos los dieron con mucho gusto.

—Ahora eso no importa —dijo Harry sin aliento—. Vamos a buscar una habitación vacía, ya veréis cuando oigáis esto...

—Y ya está de nuevo el trío dorado compartiendo información a espaldas del resto —dijo Neville suspirando mientras el resto asentían.

Se aseguró de que Peeves no estuviera dentro antes de cerrar la puerta, y entonces les contó lo que había visto y oído.

—Así que teníamos razón, es la Piedra Filosofal y Snape trata de obligar a Quirrell a que lo ayude a conseguirla. Le preguntó si sabía cómo pasar ante Fluffy y dijo algo sobre el «abracadabra» de Quirrell... Eso significa que hay otras cosas custodiando la Piedra, además de Fluffy, probablemente cantidades de hechizos, y Quirrell puede haber hecho algunos encantamientos anti-Artes Oscuras que Snape necesita romper...

—Increíble deducción —dijo Moody asombrado—. Vosotros tres no paráis de sorprenderme.
Los tres se ruborizaron y le sonrieron.

—¿Quieres decir que la Piedra estará segura mientras Quirrell se oponga a Snape? —preguntó alarmada Hermione.

—En ese caso no durará mucho —dijo Ron.

Muchos asintieron de acuerdo con Ron, sin saber que Snape no era realmente el culpable.

—Aquí acaba mi parte —declaró el ministro y tendió el libro hacia delante, ofreciéndolo.

—Yo lo haré —se ofreció Bill y caminó hasta el ministro. Pasó la página y leyó con una sonrisa en dirección a Charlie—. Norberto, el ridgeback noruego.


5 comentarios :

  1. me gusto mucho pero tengo un problema para leer este capitulo en fanfiction no me aparece

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    1. Cierto es, no se por que ocurre. Hay momentos en los que aparece pero en otros desaparece :S
      A ver si hoy que subo el quince se arregla lo que pasa con el catorce xD

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  2. El hijo de Malfoy No se llama Scorpus sino Scorpius.

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    1. Bien, ahora lo corrijo en el blog. En FanFiction no voy a cambiarlo hasta que la pagina muestre los dos capítulos nuevos, ¿Ok?

      Gracias por el aviso :3

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  3. ¿Cuantos puntos ya no le has quitado al pobre de Draco? Parece que en el primer libro es cuando más puntos le quitas y le pones castigos.

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