lunes, 18 de agosto de 2014

Quidditch


Tanto los personajes como los parrafos en negrita pertenecen a J.K.Rowling.


QUIDDITCH

—Yo lo haré —se ofreció Ginny y caminó hasta Sirius, quien le guiñó un ojo y le tendió el libro. Ginny leyó con una sonrisa—. Quidditch.

Los fanáticos del quidditch se emocionaron con el nombre del capítulo. Harry sonrió pensando en su primer partido, ese en el que casi se traga la snitch. Había algo que le preocupaba pero no conseguía saber que era.

Y de pronto algo retumbo en la sala, varios encapuchados habían vuelto pero no venían solos.

—¡Qué diablos hago yo aquí! —se quejó Oliver Wood, que había aparecido de repente en el Gran Comedor con un uniforme de Quidditch y una escoba.

—¡Oliver! —gritaron los Gryffindor que les conocían y se acercaron a saludarle pero Wood seguía intranquilo.

—Acabo de terminar el entrenamiento, ¡Ni siquiera he podido ir al vestuario!

—¿Entrenando? ¡Si es casi la hora de cenar! —preguntó Fred extrañado.

—Ya, eso decían también los del equipo pero tenemos un partido importante pronto y tenemos que esforzarnos más. Entrenamiento por la mañana y por la tarde.

Todos los del antiguo equipo de quidditch de Wood se miraron entre ellos, sintiéndolo por los nuevos compañeros de equipo de este... ¡Habrían estado entrenando todo el día!

—Bueno, ¿Alguien me va a decir que hago aquí o no? —preguntó alterado.

Uno de los encapuchados se giró hacia él.

—Bueno, se lo que te importan los entrenamientos por eso no te hemos traído antes pero ahora que has terminado te hemos traído aquí. Es un poco tarde para explicaciones así que te pido que simplemente te sientes y prestes atención a la historia.

Harry se percató de que ese encapuchado tenía una forma de hablar similar a la del propio Wood. Entrecerró los ojos intentando comprobar si lo que le decía su intuición era cierto, ¿Podia ese encapuchado ser hijo de Wood?

—¿Historia?

—Estamos leyendo un libro sobre el primer año de Harry, hemos leído ya cerca de medio libro —le explico Katie sin mirarle a los ojos del todo. Se había percatado de que su ex capitán no solo había crecido físicamente sino que ahora se veía mucho más maduro. Ese cambio le dolía, a pesar de que parecía más atractivo que nunca Katie pensaba que Wood la había dejado atrás y que ya no tenía ninguna posibilidad con él.

Wood escuchaba extrañado ¿Por que sobre Harry? Bueno, pensó de manera calmada, seguramente acabaría por comprenderlo a medida que avanzara la lectura.

—Bien, ¿Empezamos? —dijo Oliver sin percatarse de los pensamientos de Katie y sentándose a su lado. Ginny comenzó a leer.

Cuando empezó el mes de noviembre, el tiempo se volvió muy frío. Las montañas cercanas al colegio adquirieron un tono gris de hielo y el lago parecía de acero congelado. Cada mañana, el parque aparecía cubierto de escarcha. Por las ventanas de arriba veían a Hagrid descongelando las escobas en el campo de quidditch, enfundado en un enorme abrigo de piel de topo, guantes de pelo de conejo y enormes botas de piel de castor.

—En serio Harry, ¿Tienes que analizar hasta de que animal es la piel de la ropa de Hagrid? —le preguntó Ron impresionado por la capacidad de su amigo, este se encogió de hombros, lo hacía inconscientemente.

Iba a comenzar la temporada de quidditch. Aquel sábado, Harry jugaría su primer partido, después de semanas de entrenamiento: Gryffindor contra Slytherin.

—El mejor de la temporada —dijeron tanto los Gryffindors como los Slytherin. La rivalidad entre ellos les hacía esforzarse más tanto en quidditch como en conseguir puntos para su casa. Wood tenía una pronunciada sonrisa en su rostro mientras rememoraba el quidditch de Hogwarts. Era algo que echaba de menos, su antiguo equipo...

Si Gryffindor ganaba, pasarían a ser segundos en el campeonato de las casas.

Algunos Gryffindor se alegraron mientras que otros parecían enfadados, esperaban ir ya primeros o, como poco, segundos.

Casi nadie había visto jugar a Harry, porque Wood había decidido que sería su arma secreta. Harry también debía mantenerlo en secreto. Pero la noticia de que iba a jugar como buscador se había filtrado,

—Te lo dije —dijo Parvati sonriendo.

y Harry no sabía qué era peor: que le dijeran que lo haría muy bien o que sería un desastre.

—Depende de cada persona —dijo Hermione rápidamente antes de que cada uno se pusiese a decir que era lo que prefería.

Era realmente una suerte que Harry tuviera a Hermione como amiga.

Hermione sonrió a Harry emocionada y muchos otros le sonrieron también.

No sabía cómo habría terminado todos sus deberes sin la ayuda de ella,

—¡Harry! —le dijeron muchos mientras otros reían y Hermione le dio un golpe en la cabeza, Harry, sin saber que decir, se limitó a reír con el resto.

con todo el entrenamiento de quidditch que Wood le exigía. La niña también le había prestado Quidditch a través de los tiempos, que resultó ser un libro muy interesante.

Muchos asintieron, sin duda era uno de los pocos libros que había leído más de la mitad de la escuela.

Harry se enteró de que había setecientas formas de cometer una falta y de que todas se habían consignado durante los Mundiales de 1473; que los buscadores eran habitualmente los jugadores más pequeños y veloces, y que los accidentes más graves les sucedían a ellos; que, aunque la gente no moría jugando al quidditch, se sabía de árbitros que habían desaparecido, para reaparecer meses después en el desierto del Sahara.

—Sigo sin saber cómo puede ocurrir eso —dijo Hermione extrañada y como nadie contestó Ginny siguió leyendo.

Hermione se había vuelto un poco más flexible en lo que se refería a quebrantar las reglas, desde que Harry y Ron la salvaron del monstruo, y era mucho más agradable.

Muchos le sonrieron y algunos profesores fulminaban a Harry y Ron con la cabeza, pensaban que ellos la habían corrompido y algo de razón tenían. Remus se sentía muy identificado con ella, él siempre había sido el responsable pero con sus irresponsables amigos a veces se sentía tentado a romper alguna que otra regla.

El día anterior al primer partido de Harry los tres estaban fuera, en el patio helado, durante un recreo, y la muchacha había hecho aparecer un brillante fuego azul, que podían llevar con ellos, en un frasco de mermelada.

Los profesores miraron a Hermione orgullosos, no era un hechizo difícil pero era lo suficientemente complicado como para que un alumno de primero tenga dificultades para dominarlo.

Estaban de espaldas al fuego para calentarse cuando Snape cruzó el patio. De inmediato, Harry se dio cuenta de que Snape cojeaba.

Muchos miraron al libro intrigados y algunos miraron a Snape buscando una explicación, explicación que este nunca dio. Moody sonrió a Harry, estaba impresionado por la capacidad que tenía de notar tantos detalles y además a una gran velocidad.

Los tres chicos se apiñaron para tapar el fuego, ya que no estaban seguros de que aquello estuviera permitido.

—Lo está, siempre y cuando sea para calentarse uno mismo y no para hacer daño o molestar a otras personas —aclaró Filtwick sonriendo.

Por desgracia, algo en sus rostros culpables hizo detener a Snape.

Ginny dejó de leer para fulminar a Snape con la mirada durante un par de segundos.

Se dio la vuelta, arrastrando la pierna. No había visto el fuego, pero pare cía buscar una razón para regañarlos.

¿Qué tienes ahí, Potter?

Era el libro sobre quidditch. Harry se lo enseñó.

Los libros de la biblioteca no pueden sacarse fuera del colegio —dijo Snape—. Dámelo. Cinco puntos menos para Gryffindor.

—¡Claro que se puede! Y la señorita Grenger lo sacó con mi permiso —dijo la señora Pince indignada mientras todos los Gryffindor miraban a Snape de mala manera.

—Y él lo sabe perfectamente —dijo McGonagall fulminando a Snape con la mirada—. Se le restaran cinco puntos a Slytherin por eso.

Después de eso Sirius se sintió suficientemente satisfecho así que guardo la varita que había sacado para maldecir a Snape.

Seguro que se ha inventado esa regla —murmuró Harry con furia,

—Así es —dijo la señora Pince mirando a Snape con los ojos entrecerrados, cosas como esas hacían que los niños dejaran de interesarse en sacar los libros de la biblioteca y, por tanto, de leer.

mientras Snape se alejaba cojeando—. Me pregunto qué le pasa en la pierna.

—A mí no me importa, pero espero que le duela —gruñó Sirius.

No sé, pero espero que le duela mucho —dijo Ron con amargura.

Algunos rieron por el parecido.

En la sala común de Gryffindor había mucho ruido aquella noche. Harry, Ron y Hermione estaban sentados juntos, cerca de la ventana. Hermione estaba repasando los deberes de Harry y Ron sobre Encantamientos. Nunca los dejaba copiar («¿cómo vais a aprender?»),

Los profesores, Remus y Molly miraron a Hermione orgullosos mientras muchos otros rodaban los ojos.

pero si le pedían que revisara los trabajos les explicaba las respuestas correctas.

—Algo es algo —dijo Ron sonriendo.

Harry se sentía inquieto. Quería recuperar su libro sobre quidditch, para mantener la mente ocupada y no estar nervioso por el partido del día siguiente. ¿Por qué iba a temer a Snape?

—No sé, tal vez porque te odia y porque fue un mortifago —dijo Ron rodando los ojos mientras muchos asentían.

Se puso de pie y dijo a Ron y Hermione que le preguntaría a Snape si podía devolverle el libro.

—No lo hagas —le aconsejaron muchos, pero claro, el asunto es que eso pasó hace años.

Yo no lo haría —dijeron al mismo tiempo,

Muchos asintieron, Harry notó que varios profesores también lo hicieron.

pero Harry pensaba que Snape no se iba a negar, si había otros profesores presentes.

—Ahí tienes un punto —le dijo Remus con una media sonrisa.

Bajó a la sala de profesores y llamó. No hubo respuesta. Llamó otra vez. Nada.

—No puede ser —dijeron los gemelos negando con la cabeza—. Hemos intentado encontrar esa sala vacía muchísimas veces pero nunca lo está.

¿Tal vez Snape había dejado el libro allí? Valía la pena intentarlo. Empujó un poco la puerta, miró antes de entrar... y sus ojos captaron una escena horrible.

Todos miraron el libro con los ojos abiertos ¿Qué era tan horrible?

Snape y Filch estaban allí, solos.

La gente abrió más los ojos.

—Esto no pinta nada bien —dijo uno de los gemelos asustado.

Snape tenía la túnica levantada por encima de las rodillas.

—¡Oh, dios! —exclamaron muchos, incluso los profesores miraban a Snape y a Filch con la boca abierta.

—¡Dejar de mirarme así! —gruñó Snape haciendo que todos se sobresaltaran—. Se lo que estáis pensando y no es así.

Muchos suspiraron aliviados.

Una de sus piernas estaba magullada y llena de sangre. Filch le estaba alcanzando unas vendas.

—Eso no es ni la mitad de horrible de lo que yo había imaginado —le confesó George a Fred quien asintió totalmente de acuerdo.

Esa cosa maldita... —decía Snape—. ¿Cómo puede uno vigilar a tres cabezas al mismo tiempo?

Muchos miraron a Snape extrañados.

—¿Qué hacías tu donde Fluffy? —preguntó Hagrid con los ojos entrecerrados, Snape iba a contestar pero Dumbledore se le adelantó.

—Estoy seguro de que el libro nos lo aclarará.

—¡Quiere robar la piedra! —acusó Sirius levantándose—. ¡Está claro!

—No, no lo está, Sirius, y me gustaría que no acusases sin pruebas.

—¿Sin pruebas? Pero si acababa de decir el que estaba donde el perro… —se quejó el prófugo.

—Pero no sabes porque estaba ahí. Además, esto pasó hace años y está todo solucionado, así que me gustaría que escuchases la historia sin acusar a nadie.

Harry intentó cerrar la puerta sin hacer ruido, pero...

¡POTTER!

El rostro de Snape estaba crispado de furia y dejó caer su túnica rápidamente, para ocultar la pierna herida. Harry tragó saliva.

Me preguntaba si me podía devolver mi libro —dijo.

¡FUERA! ¡FUERA DE AQUÍ!

—¡No le grites así a mi ahijado! —se quejó Sirius.

—¡Que falta de educación! —dijo Molly negando con la cabeza, enfadada con el profesor de pociones.

Harry se fue, antes de que Snape pudiera quitarle puntos para Gryffindor. Subió corriendo la escalera.

¿Lo has conseguido? —preguntó Ron, cuando se reunió con ellos—. ¿Qué ha pasado?
Entre susurros, Harry les contó lo que había visto.

—¿Cuándo no? —preguntaron los de Gryffindor rodando los ojos. En la sala común siempre estaban los tres juntos hablando en susurros, todos lo sabían.

¿Sabéis lo que quiere decir? —terminó sin aliento—. ¡Que trató de pasar por donde estaba el perro de tres cabe zas, en Halloween! Allí se dirigía cuando lo vimos... ¡Iba a buscar lo que sea que tengan guardado allí! ¡Y apuesto mi escoba a que fue él quien dejó entrar al monstruo, para distraer la atención!

—Creo que me debes una escoba amigo —le dijo Ron sonriendo burlón.

—Puedes quedarte mi vieja Nimbus, aún tengo los restos —replicó Harry.

Hermione tenía los ojos muy abiertos.

No, no puede ser —dijo—. Sé que no es muy bueno, pero no iba a tratar de robar algo que Dumbledore está custodiando.

Snape asintió y Dumbledore sonrió a Hermione quien se ruborizó.

De verdad, Hermione, tú crees que todos los profesores son santos o algo parecido —dijo enfadado Ron—. Yo estoy con Harry. Creo que Snape es capaz de cualquier cosa. Pero ¿qué busca? ¿Qué es lo que guarda el perro?

—Esa es la cuestión —dijo Moody—. Dado el título del libro lo más probable es que sea la piedra filosofal pero no podemos asegurarlo.

Muchos asintieron y Harry, Ron y Hermione se miraron sonriendo, ellos podían aclarar esa duda pero no querían hacerlo.

Harry se fue a la cama con aquellas preguntas dando vueltas en su cabeza. Neville roncaba con fuerza, pero Harry no podía dormir.

Neville se sonrojó pero nadie le dijo nada.

Trató de no pensar en nada (necesitaba dormir; debía hacerlo, tenía su primer partido de quidditch en pocas horas) pero la expresión de la cara de Snape cuando Harry vio su pierna era difícil de olvidar.

Muchos miraron a Harry sonriendo, tuvo que ser desagradable.

La mañana siguiente amaneció muy brillante y fría. El Gran Comedor estaba inundado por el delicioso aroma de las salchichas fritas y las alegres charlas de todos, que esperaban un buen partido de quidditch.

Tienes que comer algo para el desayuno.

No quiero nada.

Aunque sea un pedazo de tostada —suplicó Hermione.

No tengo hambre.

—Pero tienes que comer algo —le dijeron los del equipo de Gryffindor preocupados.

Harry se sentía muy mal. En cualquier momento echaría a andar hacia el terreno de juego.

Harry, necesitas fuerza —dijo Seamus Finnigan—. Los únicos que el otro equipo marca son los buscadores.

Gracias, Seamus —respondió Harry, observando cómo llenaba de salsa de tomate sus salchichas.

A las once de la mañana, todo el colegio parecía estar reunido alrededor del campo de quidditch. Muchos alumnos tenían prismáticos. Los asientos podían elevarse pero, incluso así, a veces era difícil ver lo que estaba sucediendo.

Todos asintieron, así era.

Ron y Hermione se reunieron con Seamus y Dean en la grada más alta. Para darle una sorpresa a Harry, habían transformado en pancarta una de las sábanas que Scabbers había estropeado. Decía: «Potter; presidente», y Dean, que dibujaba bien, había trazado un gran león de Gryffindor. Luego Hermione había realizado un pequeño hechizo y la pintura brillaba, cambiando de color.

Los Gryffindors sonrieron a los cuatro y los profesores les sonrieron por su gran trabajo. Sirius y Remus también les sonreían agradecidos por el detalle.

—Gracias chicos —les agradeció Harry con una sonrisa recordando la pancarta.

Mientras tanto, en los vestuarios, Harry y el resto del equipo se estaban cambiando para ponerse las túnicas color escarlata de quidditch (Slytherin jugaba de verde).

Wood se aclaró la garganta para pedir silencio.

Bueno, chicos —dijo.

Y chicas —añadió la cazadora Angelina Johnson.

Hermione le sonrió a Angelina, contenta de que cuidara detalles como ese.

Y chicas —dijo Wood—. Éste es...

El grande —dijo Fred Weasley

El que estábamos esperando —dijo George.

Nos sabemos de memoria el discurso de Oliver —dijo Fred a Harry—. Estábamos en el equipo el año pasado.

—Oh, venga. Callaos —dijo Oliver molesto pero a la vez divertido. Echaba bastante de menos a los gemelos.

Callaos los dos —ordenó Wood—. Éste es el mejor equipo que Gryffindor ha tenido en muchos años. Y vamos a ganar.

Les lanzó una mirada que parecía decir: «Si no...».

Los de Gryffindor se estremecieron, si hubiesen perdido habrían tenido entrenamientos extra además de una hora extra para cada entrenamiento.

Bien. Ya es la hora. Buena suerte a todos.

Harry siguió a Fred y George fuera del vestuario y, esperando que las rodillas no le temblaran, pisó el terreno de jue go entre vítores y aplausos.

Lo mismo ocurría en el Gran Comedor, todos aplaudían como si estuviesen en el partido, intentando crear un buen ambiente.

La señora Hooch hacía de árbitro. Estaba en el centro del campo, esperando a los dos equipos, con su escoba en la mano.

Bien, quiero un partido limpio y sin problemas, por parte de todos —dijo cuando estuvieron reunidos a su alrededor.

—Oh, vamos… ¡Es un Gryffindor contra Slytherin! ¡Claro que habrá problemas! —dijo Sirius negándole con la cabeza a la señora Hooch, decepcionado por el comentario.

Harry notó que parecía dirigirse especialmente al capitán de Slytherin, Marcus Flint, un muchacho de quinto año. Le pareció que tenía un cierto parentesco con el trol gigante.

Muchos rieron por el comentario, incluso muchos Slytherins que habían sido cercanos a Flint.

Con el rabillo del ojo, vio el estandarte brillando sobre la muchedumbre: «Potter; presidente». Se le aceleró el corazón. Se sintió más valiente.

—Me alegro de que haya servido para algo —confesó Dean sonriendo y los otros tres que habían colaborado asintieron.

Montad en vuestras escobas, por favor.

Harry subió a su Nimbus 2.000.

La señora Hooch dio un largo pitido con su silbato de plata. Quince escobas se elevaron, alto, muy alto en el aire. Y estaban muy lejos.

Y la quaffle es atrapada de inmediato por Angelina Johnson de Gryffindor... Qué excelente cazadora es esta joven y, a propósito, también es muy guapa...

Muchos rieron mientras McGonagall negaba con la cabeza y George se contenía las ganas de fulminarle con la mirada.

¡JORDAN!

Lo siento, profesora.

El amigo de los gemelos Weasley, Lee Jordan, era el co mentarista del partido, vigilado muy de cerca por la profesora McGonagall.

Y realmente golpea bien, un buen pase a Alicia Spinnet, el gran descubrimiento de Oliver Wood, ya que el año pasa do estaba en reserva... Otra vez Johnson y.. No, Slytherin ha cogido la quaffle,

Los leones abuchearon mientras los Slyhterins aplaudían.

el capitán de Slytherin, Marcus Flint se apodera de la quaffle y allá va... Flint vuela como un águila... está a punto de... no, lo detiene una excelente jugada del guardián Wood de Gryffindor

—Bien —exclamó Wood emocionado mientras los leones rugían.

y Gryffindor tiene la quaffle... Aquí está la cazadora Katie Bell de Gryffindor; buen vuelo rodeando a Flint, vuelve a elevarse del terreno de juego y.. ¡Aaayyyy!, eso ha tenido que dolerle, un golpe de bludger en la nuca...

Los Gryffindor soltaron un "Uuh" mientras los Slytherin vitoreaban y Oliver fulminaba con la mirada a los golpeadores de Slytherin. Algunos sabían que habían perdido ese partido pero otros no se acordaban y había cuatro cursos de gente que no estaba ese año por lo que, para muchos, ese partido era una novedad.

La quaffle en poder de Slytherin... Adrian Pucey cogiendo velocidad hacia los postes de gol, pero lo bloquea otra bludger, enviada por Fred o George Weasley, no sé cuál de los dos...

Muchos aplaudieron mientras algunos palmeaban la espalda de ambos gemelos con fuerza.

bonita jugada del golpeador de Gryffindor, y Johnson otra vez en posesión de la quaffle, el campo libre y allá va, realmente vuela, evita una bludger,

—¡Bien! —soltaron algunos.

los postes de gol están ahí... vamos, ahora Angelina... el guardián Bletchley se lanza... no llega... ¡GOL DE GRYFFINDOR!

Todos vitorearon a Angelina quien sonreía satisfecha.

Los gritos de los de Gryffindor llenaron el aire frío, junto con los silbidos y quejidos de Slytherin.

Venga, dejadme sitio.

¡Hagrid!

Todos miraron a Hagrid.

Ron y Hermione se juntaron para dejarle espacio a Hagrid.

Estaba mirando desde mi cabaña —dijo Hagrid, enseñando el largo par de binoculares que le colgaban del cuello—. Pero no es lo mismo que estar con toda la gente. Toda vía no hay señales de la snitch, ¿no?

No —dijo Ron—. Harry todavía no tiene mucho que hacer.

Mantenerse fuera de los problemas ya es algo —dijo Hagrid, cogiendo sus binoculares y fijándolos en la manchita que era Harry.

—Muy cierto —dijeron Ron y Hermione—. Es raro verte fuera de problemas.

—Descuida, vendrán. Siempre vienen —dijo Harry suspirando, medio serio medio divertido.

Todos le miraron extrañados ¿Qué significaba eso?

Por encima de ellos, Harry volaba sobre el juego, esperando alguna señal de la snitch. Eso era parte del plan que tenían con Wood.

Manténte apartado hasta que veas la snitch —le ha bía dicho Wood—. No queremos que ataques antes de que tengas que hacerlo.

—Es un buen plan —admitió Remus asintiendo levemente y Oliver le sonrió.

Cuando Angelina anotó un punto, Harry dio unas volteretas para aflojar la tensión, y volvió a vigilar la llegada de la snitch. En un momento vio un resplandor dorado, pero era el reflejo del reloj de uno de los gemelos Weasley;

—¡Como se os ocurre! —rugió Angelina—. ¡Si Harry se hubiera lanzado podríamos haber perdido! ¿Cuántas veces os a dicho Wood que os quitéis los malditos relojes?

—Es que se nos olvida… —se excusaron los gemelos.

—Me encanta cuando se enfada —le susurró George a Fred sonriendo.

Oliver negaba con la cabeza algo enojado. Ese tipo de cosas eran las que hacían que los gemelos le sacaran de sus casillas.

en otro, una bludger decidió perseguirlo, como si fuera una bala de cañón, pero Harry la esquivó y Fred Weasley salió a atraparla.

—Bien hecho —le dijo Sirius mientras le palmeaba la espalda a su ahijado.

¿Está todo bien, Harry? —tuvo tiempo de gritarle, mientras lanzaba la bludger con furia hacia Marcus Flint.

Slytherin toma posesión —decía Lee Jordan—. El cazador Pucey esquiva dos bludgers,

Los Slyhteryn vitorearon alegres.

a los dos Weasley y al cazador Bell, y acelera...

Todos miraban el libro con atención.

esperen un momento... ¿No es la snitch?

—¡Jordan! Eso no tienes que decirlo… —se quejó la profesora McGonagall suspirando.

Un murmullo recorrió la multitud, mientras Adrian Pucey dejaba caer la quaffle, demasiado ocupado en mirar por encima del hombro el relámpago dorado, que había pasado al lado de su oreja izquierda.

La atención de los presentes sobre la historia aumentaba por momento.

Harry la vio. En un arrebato de excitación se lanzó hacia abajo, detrás del destello dorado. El buscador de Slytherin, Terence Higgs, también la había visto. Nariz con nariz, se lanzaron hacia la snitch... Todos los cazadores parecían haber olvidado lo que debían hacer y estaban suspendidos en el aire para mirar.

A Angelina le habría gustado gritarles que tenían que haber seguido jugando pero como ella también se había detenido en ese momento no se sentía con derecho a decir nada. El único que podía gritarles era Oliver y, de hecho, lo hizo.

Harry era más veloz que Higgs.

Muchos sonrieron.

Podía ver la pequeña pelota, agitando sus alas, volando hacia delante. Aumentó su velocidad y..

Todos acercaron inconscientemente la cabeza hacia delante.

¡PUM!

—¡¿Qué?! —gritaron muchos con los ojos muy abiertos.

Un rugido de furia resonó desde los Gryffindors de las tribunas... Marcus Flint había cerrado el paso de Harry, para desviarle la dirección de la escoba, y éste se aferraba para no caer.

—¡Sera capullo! —exclamó Ginny, por suerte para ella su madre estaba también algo alterada y no había notado su comentario. Todos los Gryffindor rugían furiosos.

¡Falta! —gritaron los Gryffindors.

La señora Hooch le gritó enfadada a Flint, y luego ordenó tiro libre para Gryffindor; en el poste de gol. Pero con toda la confusión, la snitch dorada, como era de esperar, había vuelto a desaparecer.

Todos bajaron la cabeza.

Abajo en las tribunas, Dean Thomas gritaba.

¡Eh, árbitro! ¡Tarjeta roja!

Muchos miraron a Dean extrañados mientras que los hijos de muggle o todos los que conocían el futbol reían levemente.

Esto no es el fútbol, Dean —le recordó Ron—. No se puede echar a los jugadores en quidditch... ¿Y qué es una tarjeta roja?

Pero Hagrid estaba de parte de Dean.

Deberían cambiar las reglas. Flint ha podido derribar a Harry en el aire.

Los Gryffindor volvieron a rugir furiosos.
A Lee Jordan le costaba ser imparcial.

Harry le sonrió y este le devolvió la sonrisa.

Entonces... después de esta obvia y desagradable trampa...

¡Jordan! —lo regañó la profesora McGonagall.

—Pero si decía la verdad… —se excusó Lee mientras los Gryffindors y varias personas de otras casa asentían.

Quiero decir, después de esta evidente y asquerosa falta...

¡Jordan, no digas que no te aviso...!

Muy bien, muy bien. Flint casi mata al buscador de Gryffindor, cosa que le podría suceder a cualquiera, estoy se guro, así que penalti para Gryffindor; la coge Spinnet, que tira, no sucede nada, y continúa el juego, Gryffindor todavía en posesión de la pelota.

Cuando Harry esquivó otra bludger, que pasó peligrosa mente cerca de su cabeza, ocurrió.

Muchos miraban a Harry buscando una explicación.

—Ya lo he dicho. Los problemas vienen a mí —dijo este suspirando y todos miraron a el libro más extrañados aun.

Su escoba dio una súbita y aterradora sacudida.

—¿Cómo? —preguntaron muchos, incrédulos.

Durante un segundo pensó que iba a caer. Se aferró con fuerza a la escoba con ambas manos y con las rodillas. Nunca había experimentado nada semejante.

Sucedió de nuevo. Era como si la escoba intentara derribarlo. Pero las Nimbus 2.000 no decidían súbitamente tirar a sus jinetes. Harry trató de dirigirse hacia los postes de Gryffindor para decirle a Wood que pidiera una suspensión del partido,

Muchos asintieron mucho y muy rápido, demostrando que era lo que tenía que hacer.

y entonces se dio cuenta de que su escoba estaba completamente fuera de control.

Harry notó como muchos le miraban preocupados ¿Qué no entendían de que eso había pasado hace muchos años?

No podía dar la vuelta. No podía dirigirla de ninguna manera. Iba en zigzag por el aire y, de vez en cuando, daba violentas sacudidas que casi lo ha cían caer.

Muchos respiraban de manera agitada y algunos gemían preocupados.

Lee seguía comentando el partido.

Slytherin en posesión... Flint con la quaffle... la pasa a Spinnet, que la pasa a Bell... una bludger le da con fuerza en la cara, espero que le rompa la nariz (era una broma, profesora), Slytherin anota un tanto, oh, no...

—¿Es que nadie se da cuenta? —gritaron muchos alterados mientras el resto miraba el libro con preocupación.

Los de Slytherin vitoreaban. Nadie parecía haberse dado cuenta de la conducta extraña de la escoba de Harry Lo llevaba cada vez más alto, lejos del juego, sacudiéndose y retorciéndose.

La preocupación de los presentes aumentaba por momentos.

No sé qué está haciendo Harry —murmuró Hagrid. Miró con los binoculares—. Si no lo conociera bien, diría que ha perdido el control de su escoba... pero no puede ser...

Nadie dijo nada, estaban todos demasiado alterados.

De pronto, la gente comenzó a señalar hacia Harry por encima de las gradas. Su escoba había comenzado a dar vueltas y él apenas podía sujetarse. Entonces la multitud jadeó. La escoba de Harry dio un salto feroz y Harry quedó colgando, sujeto sólo con una mano.

—¡Ay! —gritaron muchos tapándose la boca con las manos.

El Gran Comedor se llenó de jadeos y respiraciones agitadas.

¿Le sucedió algo cuando Flint le cerró el paso? —susurró Seamus.

—No, eso es imposible —dijo Remus sin mirar a el chico, si mirada estaba clavada en Ginny, quien leía con mucha más preocupación que el resto y su respiración casi le impedía leer por lo agitada que estaba.

No puede ser —dijo Hagrid, con voz temblorosa—. Nada puede interferir en una escoba, excepto la poderosa magia tenebrosa... Ningún chico le puede hacer eso a una Nimbus 2.000.

Los profesores asintieron.

Ante esas palabras, Hermione cogió los binoculares de Hagrid, pero en lugar de enfocar a Harry comenzó a buscar frenéticamente entre la multitud.

Muchos la miraron extrañada.

¿Qué haces? —gimió Ron, con el rostro grisáceo.

Lo sabía —resopló Hermione—. Snape... Mira.

Ron cogió los binoculares. Snape estaba en el centro de las tribunas frente a ellos. Tenía los ojos clavados en Harry y murmuraba algo sin detenerse.

—¡Snape! —rugió Sirius mientras sacaba la varita a toda velocidad.

Harry sabía que Snape no había sido y sus instintos le decían que contara la verdad pero... ¿Acaso Snape no se merecía algo de sufrimiento? Al igual que Snape no merecía el trato que estaba a punto de recibir Harry no había merecido el trato que había recibido. Esto, pensó Harry, es más que justo.

Todos fulminaban a Snape con la mirada, gente de todas las casa, nadie se había esperado algo así por su parte, aun sabiendo lo desagradable que era.

De la varita de Sirius salió un rayo de luz morado contra Snape, este se agacho lo más rápido que pudo así que el conjuro se estrelló contra la pared, esta se tornó negra y comenzó a salir humo de ella, estaba ardiendo.

Snape miró la pared con los ojos muy abiertos, ¿Qué habría ocurrido si ese conjuro llegaba a darle a el?
Sirius estaba a punto de lanzar otro conjuro cuando Harry se levantó, Sirius se estaba pasando.

—Basta. Sirius —dijo con voz solemne. Sirius se giró hacia el con furia, tenía cara de humano pero la expresión de un perro enfadado. Sostuvo la mirada de su ahijado durante unos segundos y, entonces, para su sorpresa, vio como le guiñaba discretamente un ojo. Extrañado por la reacción de Harry, consiguió relajarse. No entendía de qué se trataba todo esto pero si Harry no quería que le diese una paliza al idiota de Snivellus delante de él lo haría luego, sin el presente.

Los alumnos no sabían cómo reaccionar ante lo que el libro acababa de relatar y Fudge, el ministro, decidió esperar a acabar con los libros antes de tomar cualquier decisión.

Está haciendo algo... Mal de ojo a la escoba —dijo Hermione.

¿Qué podemos hacer?

Déjamelo a mí.

Muchos sonrieron a Hermione, sobretodo Harry.

Antes de que Ron pudiera decir nada más, Hermione había desaparecido. Ron volvió a enfocar a Harry. La escoba vibraba tanto que era casi imposible que pudiera seguir colgado durante mucho más tiempo.

Los jadeos volvieron a la sala.

Todos miraban aterrorizados, mientras los Weasley volaban hacía él, tratando de poner a salvo a Harry en una de las escobas.

Todos les sonrieron a los gemelos pero estos negaron con la cabeza.

Pero aquello fue peor: cada vez que se le acercaban, la escoba saltaba más alto.

—¡Ay Dios! —murmuraba todo el rato Molly con la manos en la boca.

Se dejaron caer y comenzaron a volar en círculos, con el evidente propósito de atraparlo si caía.

Harry les sonrió a los gemelos agradecido.

Marcus Flint cogió la quaffle y marcó cinco tantos sin que nadie lo advirtiera.

—Sera rastrero —murmuraron algunos pero a la mayoría eso era lo que menos les importaba en este momento.

Vamos, Hermione —murmuraba desesperado Ron.

Todos en el Gran Comedor estaban igual de desesperados.

Hermione había cruzado las gradas hacia donde se encontraba Snape y en aquel momento corría por la fila de abajo. Ni se detuvo para disculparse cuando atropelló al profesor Quirrell

Harry, Ron y Hermione compartieron una mirada cómplice, sabiendo que eso era lo que había salvado a Harry pero nadie lo notó, todos estaban demasiado preocupados por Harry.

y, cuando llegó donde estaba Snape, se agachó, sacó su varita y susurró unas pocas y bien elegidas palabras.

Unas llamas azules salieron de su varita y saltaron a la túnica de Snape.

—Incendiaste la túnica de un profesor —le dijo Lavender asombrada mientras Hermione intentaba disculparse con Snape con la mirada.

El profesor tardó unos treinta segundos en darse cuenta de que se incendiaba. Un súbito aullido le indicó a la chica que había hecho su trabajo. Atrajo el fuego, lo guardó en un frasco dentro de su bolsillo y se alejó gateando por la tribuna. Snape nunca sabría lo que le había sucedido.

—Ahora lo sé —dijo sonriendo maliciosamente pensando en castigarla de alguna manera pero Ginny le interrumpió para seguir leyendo, preocupada por Harry.

Fue suficiente. Allí arriba, súbitamente, Harry pudo subir de nuevo a su escoba.

Todos dejaron salir un suspiro aliviado.

¡Neville, ya puedes mirar! —dijo Ron. Neville había estado llorando dentro de la chaqueta de Hagrid aquellos últimos cinco minutos.

Harry miró a Neville con una bonita sonrisa, le alegraba ver cuánto se preocupaba Neville por él.

Harry iba a toda velocidad hacia el terreno de juego cuando vieron que se llevaba la mano a la boca, como si fuera a marearse. Tosió y algo dorado cayó en su mano.

¡Tengo la snitch! —gritó, agitándola sobre su cabeza; el partido terminó en una confusión total.

Durante unos instantes muchos miraban el libro sin comprender pero entonces los Gryffindors estallaron en aplausos y vítores.

—¿Cómo es posible que sea tanta la diferencia entre un partido de quidditch normal a un partido de quidditch de Harry? —preguntaron los que sabían todas las cosas que le habían ocurrido en los partidos (le hechizan la escoba, le atacan dementores, le persiguen bludgers locas).

—Lo más increíble es que, a pesar de todo, gana —dijeron los gemelos mientras palmeaban con más fuerza de la necesaria la espalda de Harry.

No es que la haya atrapado, es que casi se la traga —todavía gritaba Flint veinte minutos más tarde. Pero aquello no cambió nada. Harry no había faltado a ninguna regla y Lee Jordan seguía proclamando alegremente el resultado. Gryffindor había ganado por ciento setenta puntos a sesenta. Pero Harry no oía nada. Tomaba una taza de té fuerte, en la cabaña de Hagrid, con Ron y Hermione.

Los cuatro se sonrieron.

Era Snape —explicaba Ron—. Hermione y yo lo vimos. Estaba maldiciendo tu escoba. Murmuraba y no te quitaba los ojos de encima.

Muchos fulminaban a el profesor de pociones con la mirada y esta iba a anunciar en voz alta que él no era el culpable pero algo le detuvo. Dumbledore le estaba mirando y se llevó un dedo a la boca, indicándole que guardara silencio. Cuando estaba a punto de preguntarle el por qué el director le guiñó un ojo, parece que Dumbledore quería que la lectura fuese más interesante. Gruñendo porque sabía que iban a estar acusándole durante medio libro guardo silencio.

Tonterías —dijo Hagrid, que no había oído una palabra de lo que había sucedido—. ¿Por qué iba a hacer algo así Snape?

Harry, Ron y Hermione se miraron, preguntándose qué le iban a decir. Harry decidió contarle la verdad.

Descubrimos algo sobre él —dijo a Hagrid—. Trató de pasar ante ese perro de tres cabezas, en Halloween. Y el perro lo mordió. Nosotros pensamos que trataba de robar lo que ese perro está guardando.

Muchos miraron a Snape sin creerse del todo lo que ocurría ¿Realmente había intentado matar a Harry y pasar por el perro? Snape ni lo corroboró ni lo desmintió, permaneció impasible, en su asiento escuchando la lectura.

Hagrid dejó caer la tetera.

Muchos dejaron salir una risa por la reacción.

¿Qué sabéis de Fluffy? —dijo.

¿Fluffy?

Ajá... Es mío... Se lo compré a un griego que conocí en el bar el año pasado... y se lo presté a Dumbledore para guardar...

Todos miraron el libro con atención mientras algunos profesores fulminaban a Hagrid con la mirada y este se encogía en su asiento.

¿Sí? —dijo Harry con nerviosismo.

Bueno, no me preguntéis más —dijo con rudeza Hagrid—. Es un secreto.

Muchos suspiraron, Hagrid no diría nada.

Pero Snape trató de robarlo.

Tonterías —repitió Hagrid—. Snape es un profesor de Hogwarts, nunca haría algo así.

Entonces ¿por qué trató de matar a Harry? —gritó Hermione.

Los acontecimientos de aquel día parecían haber cambiado su idea sobre Snape.

Algunos asintieron, los suyos también estaban cambiando.

Yo conozco un maleficio cuando lo veo, Hagrid. Lo he leído todo sobre ellos. ¡Hay que mantener la vista fija y Snape ni pestañeaba, yo lo vi!

—También se realiza así el contra maleficio —murmuró Remus para sí mismo. A pesar de que le desagradaba Snape sabía que Dumbledore confiaba en el así que estaba buscando una explicación para la situación. La única cuestión que tenía en este momento el hombre-lobo en la cabeza era saber quién había intentado matar a Harry, y si Snape no había sido, no sabía quién podía haberlo hecho, necesitaba más pistas.

Os digo que estáis equivocados —dijo ofuscado Hagrid—. No sé por qué la escoba de Harry reaccionó de esa manera... ¡Pero Snape no iba a tratar de matar a un alumno!

Los profesores y varios alumnos asintieron, de acuerdo con eso pero Sirius no estaba tan seguro.

Ahora, escuchadme los tres, os estáis metiendo en cosas que no os conciernen y eso es peligroso. Olvidaos de ese perro y olvidad lo que está vigilando.

Los profesores y los adultos sonrieron a Hagrid por intentar alejar a los chicos del asunto.

—Oh, Hagrid, sabes que no funcionara… —le dijo Ron negando con la cabeza.

En eso sólo tienen un papel el profesor Dumbledore y Nicolás Flamel...

Los adultos abrieron muchos los ojos, si Nicolás Flamel tenía algo que ver con el asunto significaba que, obviamente, era la piedra filosofal lo que escondía el perro.

¡Ah! —dijo Harry—. Entonces hay alguien llamado Nicolás Flamel que está involucrado en esto, ¿no?

Muchos asintieron.

Hagrid pareció enfurecerse consigo mismo.

Los profesores negaron con la cabeza, Hagrid era un buen hombre pero solía ser algo despistado.

—Aquí acaba el capítulo —dijo Ginny mientras soltaba un suspiro.

—¿Severus? —ofreció Dumbledore al profesor de pociones. Snape no contestó, su puso de pie y cogió el libro de las manos de Ginny. Esta volvió a su asiento entre Harry y Michael.

El espejo de Oesed —leyó Snape mientras muchos se miraban extrañados ¿Qué era ese espejo? Solo Moody y Dumbledore sabían de él y no quisieron hacer ningún comentario.


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