domingo, 2 de agosto de 2015

El secreto de Hermione



¡Tu turú!


Todos los personajes y los fragmentos del libro original pertenecen a J.K. Rowling.

EL SECRETO DE HERMIONE

—Venga, pues sigo leyendo —dijo Ron sin esperar a que alguien le diera permiso—. El secreto de Hermione.

—¿Ya estás cotilleando Ron? —dijo Fred negando con la cabeza.

—Me preguntó quien será la madre de este chiquillo tan desvergonzado... —dijo George rogando por la colleja que no tardó en llegar.

—Venga, callad de una vez.

—Asombroso. Verdaderamente asombroso. Fue un milagro que quedaran todos con vida. No he oído nunca nada pareci­do. Menos mal que se encontraba usted allí, Snape...

Muchos parpadearon sin comprender.

—Espera... ¿que? —preguntó James parpadeando más que el resto.

—No es tan difícil de entender ¿no? —le dijo Lily a su marido, y se giró en dirección a Snape—. Gracias por salvarles, Severus.

Muchos miraron a Harry con enojo. Habían sido engañados, Harry se había llevado el merito de algo que había hecho Snape, no el.

—No le agradezcas nada a ese, pelirroja —dijo Snape después de soltar un fuerte bufido.

—¿Que? —preguntó Lily molesta—. ¡¿Pero como puedes ser tan desagradecido?! ¡Te ha salvado la vida!

—Espera —dijo James—. ¿El patronus de Snive... Snape... galopa?

—El que galope o no es irrelevante —comentó Hermione—. Ese no era su patronus. Aunque si que es cierto que el nos llevó al castillo.

—Gracias, señor ministro.

—Orden de Merlín, de segunda clase, diría yo. ¡Primera, si estuviese en mi mano!

—Muchísimas gracias, señor ministro.

—Tiene ahí una herida bastante fea. Supongo que fue Black.

—En realidad fueron Potter; Weasley y Granger, señor ministro.

—¡No!

—Black los había encantado. Me di cuenta enseguida. A juzgar por su comportamiento, debió de ser un hechizo para confundir. Me parece que creían que existía una posibi­lidad de que fuera inocente. No eran responsables de lo que hacían. Por otro lado, su intromisión pudo haber permitido que Black escapara... Obviamente, creyeron que podían atrapar a Black ellos solos. Han salido impunes en tantas ocasiones anteriores que me temo que se les ha subido a la cabeza... Y naturalmente, el director ha consentido siempre que Potter goce de una libertad excesiva.

Harry meneó la cabeza algo incomodo, sabía que en parte, eso era bastante cierto. El, junto con Ron y Hermione, se habían saltado, año por año, sin excepción, una gran cantidad de las reglas de la escuela. Y aún no habían sido expulsados ni temporalmente en ninguna ocasión.

—Bien, Snape. ¿Sabe? Todos hacemos un poco la vista gorda en lo que se refiere a Potter.

—Ya. Pero ¿es bueno para él que se le conceda un trato tan especial? Personalmente, intento tratarlo como a cual­quier otro. 

Muchos alzaron las cejas, sorprendidos por esa afirmación.

Y cualquier otro sería expulsado, al menos tempo­ralmente, por exponer a sus amigos a un peligro semejante. Fíjese, señor ministro: contra todas las normas del colegio... después de todas las precauciones que se han tomado para protegerlo... Fuera de los límites permitidos, en plena noche, en compañía de un licántropo y un asesino... y tengo indi­cios de que también ha visitado Hogsmeade, pese a la prohi­bición.

—Tan irritante como siempre —dijo Sirius suspirando.

—Bien, bien..., ya veremos, Snape. El muchacho ha sido travieso, sin duda.

Harry escuchaba acostado, con los ojos cerrados. Estaba completamente aturdido. Las palabras que oía parecían via­jar muy despacio hasta su cerebro, de forma que le costaba un gran esfuerzo entenderlas. Sentía los miembros como si fueran de plomo. Sus párpados eran demasiado pesados para levantarlos. Quería quedarse allí acostado, en aquella cómoda cama, para siempre...

—Lo que más me sorprende es el comportamiento de los dementores... ¿Realmente no sospecha qué pudo ser lo que los hizo retroceder; Snape?

—No, señor ministro. Cuando llegué, volvían a sus posi­ciones, en las entradas.

—Bueno —dijo Lily con optimismo—. Al menos no ha mentido diciendo que el había salvado a los chicos de los dementores.

—¿Y entonces a que viene que reciba una Orden de Merlín? —preguntó James molesto.

—Supongo que... Por atrapar al malvado Sirius Black.

James balanceó su cabeza.

—Eso tiene algo de sentido.

—Bueno —comentó Remus—. No le iban a dar una Orden de Merlín por deshacerse de unos dementores ¿no?

—Cierto...

—Extraordinario. Y sin embargo, Black, Harry y la chica...

—Todos estaban inconscientes cuando llegué allí. Até y amordacé a Black, hice aparecer por arte de magia unas ca­millas y los traje a todos al castillo.

Hubo una pausa. El cerebro de Harry parecía funcionar un poco más aprisa, y al hacerlo, una sensación punzante se acentuaba en su estómago.

Abrió los ojos.

Todo estaba borroso. Alguien le había quitado las gafas. Se hallaba en la oscura enfermería. Al final de la sala podía vislumbrar a la señora Pomfrey inclinada sobre una cama y dándole la espalda. Bajo el brazo de la señora Pomfrey, dis­tinguió el pelo rojo de Ron.

Harry volvió la cabeza hacia el otro lado. En la cama de la derecha se hallaba Hermione. La luz de la luna caía sobre su cama. También tenía los ojos abiertos. Parecía petrifica­da, y al ver que Harry estaba despierto, se llevó un dedo a los labios. Luego señaló la puerta de la enfermería. Estaba en­treabierta y las voces de Cornelius Fudge y de Snape entra­ban por ella desde el corredor.

La señora Pomfrey llegó entonces caminando enérgica­mente por la oscura sala hasta la cama de Harry Se volvió para mirarla. Llevaba el trozo de chocolate más grande que había visto en su vida. Parecía un pedrusco.

(chocoasdifhasdkjfhasdkhasdlateeesadofhnasdfjkhasdñlkfjasfgiganteasdjfasdfjk)

—¡Ah, estás despierto! —dijo con voz animada. Dejó el chocolate en la mesilla de Harry y empezó a trocearlo con un pequeño martillo.

Ron sonrió al ver que era lo siguiente que iba a leer.

—¿Cómo está Ron? —preguntaron al mismo tiempo Hermione y Harry.

—Sobrevivirá —dijo la señora Pomfrey con seriedad—. En cuanto a vosotros dos, permaneceréis aquí hasta que yo esté bien segura de que estáis... ¿Qué haces, Potter?

Harry se había incorporado, se ponía las gafas y cogió su varita.

—Como no —dijeron los que le conocían entre risas.

—Tengo que ver al director —explicó.

—Potter —dijo con dulzura la señora Pomfrey—, todo se ha solucionado. Han cogido a Black. Lo han encerrado arriba. Los dementores le darán el Beso en cualquier mo­mento.

Las risas cesaron.

—¿QUÉ?

Harry saltó de la cama. Hermione hizo lo mismo. Pero su grito se había oído en el pasillo de fuera. Un segundo después, entraron en la enfermería Cornelius Fudge y Snape.

—¿Qué es esto, Harry? —preguntó Fudge, con aspecto agitado—. Tendrías que estar en la cama... ¿Ha tomado cho­colate? —le preguntó nervioso a la señora Pomfrey

—Escuche, señor ministro —dijo Harry—. ¡Sirius Black es inocente! ¡Peter Pettigrew fingió su propia muerte! ¡Lo hemos visto esta noche! No puede permitir que los dementores le hagan eso a Sirius, es...

Pero Fudge movía la cabeza en sentido negativo, son­riendo ligeramente.

—Harry, Harry; estás confuso. Has vivido una terrible experiencia. Vuelve a acostarte. Está todo bajo control.

—¡NADA DE ESO! —gritó Harry—. ¡HAN ATRAPADO AL QUE NO ES!

—Señor ministro, por favor; escuche —rogó Hermione. Se había acercado a Harry y miraba a Fudge implorante—. Yo también lo vi. Era la rata de Ron. Es un animago. Petti­grew, quiero decir. Y..

—¿Lo ve, señor ministro? —preguntó Snape—. Los dos tienen confundidas las ideas. Black ha hecho un buen traba­jo con ellos...

—¡NO ESTAMOS CONFUNDIDOS! —gritó Harry.

—¡Señor ministro! ¡Profesor! —dijo enfadada la señora Pomfrey—. He de insistir en que se vayan. ¡Potter es un pa­ciente y no hay que fatigarlo!

—¡Mierda! —gritó James cabreado—. ¿Es que nadie piensa siquiera en la posibilidad de sea cierto?

—¡No estoy fatigado, estoy intentando explicarles lo ocurrido! —dijo Harry furioso—. Si me escuchan...

Pero la señora Pomfrey le introdujo de repente un tro­zo grande de chocolate en la boca. Harry se atragantó y la mujer aprovechó la oportunidad para obligarle a volver a la cama.

—Ahora, por favor; señor ministro... Estos niños necesi­tan cuidados. Les ruego que salgan.

Volvió a abrirse la puerta. Era Dumbledore. Harry tragó con dificultad el trozo de chocolate y volvió a levantarse.

—Profesor Dumbledore, Sirius Black...

—¡Por Dios santo! ¿Es esto una enfermería o qué? Señor director; he de insistir en que...

—Te pido mil perdones, Poppy, pero necesito cambiar unas palabras con el señor Potter y la señorita Granger. He estado hablando con Sirius Black.

Muchos suspiraron con alivio.

—Supongo que le ha contado el mismo cuento de hadas que metió en la cabeza de Potter —espetó Snape—. ¿Algo so­bre una rata y sobre que Pettigrew está vivo?

—Eso es efectivamente lo que dice Black —dijo Dumble­dore, examinando detenidamente a Snape por sus gafas de media luna.

—¿Y acaso mi testimonio no cuenta para nada? —gruñó Snape—. Peter Pettigrew no estaba en la Casa de los Gritos ni vi señal alguna de él por allí.

—¡Eso es porque usted estaba inconsciente, profesor! —dijo con seriedad Hermione—. No llegó con tiempo para oír...

—¡Señorita Granger! ¿NO VE TENGO UN PROBLEMA MENTAL O QUE?

Muchos rieron sorprendidos y Dumbledore sonrió discretamente.

—¿Podría leer lo que realmente pone, por favor?

Ron suspiró.

—¡Señorita Granger! ¡CIERRE LA BOCA!

Las risas se detuvieron.

—Vamos, Snape —dijo Fudge—. La muchacha está trastornada, hay que ser comprensivos.

—Me gustaría hablar con Harry y con Hermione a solas —dijo Dumbledore bruscamente—. Cornelius, Severus, Pop­py Se lo ruego, déjennos.

—Señor director —farfulló la señora Pomfrey—. Necesi­tan tratamiento, necesitan descanso.

—Esto no puede esperar —dijo Dumbledore—. Insisto.

La señora Pomfrey frunció la boca, se fue con paso firme a su despacho, que estaba al final de la sala, y dio un portazo al cerrar. Fudge consultó la gran saboneta de oro que le col­gaba del chaleco.

—Los dementores deberían de haber llegado ya. Iré a recibirlos. Dumbledore, nos veremos arriba.

Fue hacia la puerta y la mantuvo abierta para que pasa­ra Snape. Pero Snape no se movió.

—No creerá una palabra de lo que dice Black, ¿verdad? —susurró con los ojos fijos en Dumbledore.

—Quiero hablar a solas con Harry y con Hermione —re­pitió Dumbledore.

Snape avanzó un paso hacia Dumbledore.

—Sirius Black demostró ser capaz de matar cuando te­nía dieciséis años —dijo Snape en voz baja—. No lo habrá ol­vidado. No habrá olvidado que intentó matarme.

Sirius bajó la cabeza.

—Mi memoria sigue siendo tan buena como siempre, Severus —respondió Dumbledore con tranquilidad.

Snape giró sobre los talones y salió con paso militar por la puerta que Fudge mantenía abierta. La puerta se cerró tras ellos y Dumbledore se volvió hacia Harry y Hermione. Los dos empezaron a hablar al mismo tiempo.

—Señor profesor; Black dice la verdad: nosotros vimos a Pettigrew

—Escapó cuando el profesor Lupin se convirtió en hom­bre lobo.

—Es una rata.

—La pata delantera de Pettigrew... quiero decir; el dedo: él mismo se lo cortó.

—Pettigrew atacó a Ron. No fue Sirius.

Pero Dumbledore levantó una mano para detener la avalancha de explicaciones.

—Ahora tenéis que escuchar vosotros y os ruego que no me interrumpáis, porque tenemos muy poco tiempo —dijo con tranquilidad—. Black no tiene ninguna prueba de lo que dice, salvo vuestra palabra. Y la palabra de dos brujos de tre­ce años no convencerá a nadie. Una calle llena de testigos juró haber visto a Sirius matando a Pettigrew. Yo mismo di testimonio al Ministerio de que Sirius era el guardián secre­to de los Potter.

—El profesor Lupin también puede testificarlo —dijo Harry, incapaz de mantenerse callado.

—El profesor Lupin se encuentra en estos momentos en la espesura del bosque, incapaz de contarle nada a nadie. Cuando vuelva a ser humano, ya será demasiado tarde. Sirius estará más que muerto. Y además, la gente confía tan poco en los licántropos que su declaración tendrá muy poco peso. Y el hecho de que él y Sirius sean viejos amigos...

Algunos gruñeron, pero nadie decía nada.

—Pero...

—Escúchame, Harry. Es demasiado tarde, ¿lo entien­des? Tienes que comprender que la versión del profesor Sna­pe es mucho más convincente que la vuestra.

—Él odia a Sirius —dijo Hermione con desesperación—. Por una broma tonta que le gastó.

—¿Tonta? —farfulló Snape para si mismo—. Podía haber muerto allí.

—Sirius no ha obrado como un inocente. La agresión contra la señora gorda..., entrar con un cuchillo en la torre de Gryffindor... Si no encontramos a Pettigrew, vivo o muerto, no tendremos ninguna posibilidad de cambiar la sentencia.

—Pero usted nos cree.

—Sí, yo sí —respondió en voz baja—. Pero no puedo con­vencer a los demás ni desautorizar al ministro de Magia.

Harry miró fijamente el rostro serio de Dumbledore y sintió como si se hundiera el suelo bajo sus pies. Siempre ha­bía tenido la idea de que Dumbledore lo podía arreglar todo. Creía que podía sacar del sombrero una solución asombrosa. Pero no: su última esperanza se había esfumado.

—Lo que necesitamos es ganar tiempo —dijo Dumble­dore despacio. Sus ojos azul claro pasaban de Harry a Her­mione.

¿A que se refería Dumbledore? Nadie entendía nada. Bueno, casi nadie.

—Pero... —empezó Hermione, poniendo los ojos muy re­dondos—. ¡AH!

—Ahora prestadme atención —dijo Dumbledore, ha­blando muy bajo y muy claro—. Sirius está encerrado en el despacho del profesor Flitwick, en el séptimo piso. Torre oes­te, ventana número trece por la derecha. Si todo va bien, esta noche podréis salvar más de una vida inocente. Pero recor­dadlo los dos: no os pueden ver. Señorita Granger, ya conoces las normas. Sabes lo que está en juego. No deben veros.

Todos se miraban entre ellos extrañados sin comprender una sola palabra de lo que Ron había leído.

Harry no entendía nada. Dumbledore se alejó y al llegar a la puerta se volvió.

—Os voy a cerrar con llave. 

—¿Que? —preguntó Tonks casi riendo de lo absurdo de la situación—. ¿Y como quieres que salga entonces?

—¡Nymphadora! —masculló Ojoloco—. Limítate a escuchar e intentar comprender. Las respuestas vendrán a su debido tiempo.

Tonks bufó molesta.

Son —consultó su reloj— las doce menos cinco. Señorita Granger; tres vueltas deberían bastar. Buena suerte.

James no se creía lo que oía.

—¿Buena suerte? —repitió—. ¿Tres vueltas? ¿Pero que demonios? ¿Y esperas que lo entiendan?

Dumbledore sonrió levemente mientras sus ojos brillaban de forma misteriosa.

—¿Buena suerte? —repitió Harry, cuando la puerta se hubo cerrado tras Dumbledore—. ¿Tres vueltas? ¿Qué quie­re decir? ¿Qué es lo que tenemos que hacer?

Pero Hermione rebuscaba en el cuello de su túnica y sacó una cadena de oro muy larga y fina.

Algo hizo clack en la cabeza de Lily.

—¡Claro! Pero espera... No, no puede ser... ¡O sí! ¡Claro, eso tiene sentido! ¡Ahora todo cuadra! Pero aún así... No debería ser posible ¿no? Aunque parece ser la única respuesta...

Y entonces Lily se dio cuenta de que estaba hablando en voz tal vez demasiado alta y de que todos en el comedor la estaban mirando. Su palida piel enrojeció de forma repentina.

—¡Esa es mi Lily! —celebró James—. Siempre lo entiende todo. Pero, oye ¿que te parece compartir con estos simples mortales algo de tu divina sabiduría?

—¡Ni hablar! —dijo Lily todavía avergonzada—. Es una locura y si me estoy equivocando... Sería ridículo.

—¿Tu? ¿Equivocarte?

—No pienso decir nada.

James puso morritos y le pidió con un para nada educado gesto a Ron que continuara con la lectura.

—Ven aquí, Harry —dijo perentoriamente—. ¡Rápido!

—Harry, perplejo, se acercó a ella. Hermione estiró la cade­na por fuera de la túnica y Harry pudo ver un pequeño reloj de arena que pendía de ella—. Así. —Puso la cadena tam­bién alrededor del cuello de Harry—. ¿Preparado? —dijo ja­deante.

Unos pocos entendieron de que iba la cosa y no era dificil saber quienes porque todos tenían cara de asombro. Lily sonrió, satisfecha con haber acertado, y se arrepintió un poco de no haberse arriesgado a contar su teoría antes para que James se impresionara con un increíble y envidiable inteligencia. O algo así.

—Así que te habías dado cuenta de eso ¿eh? —dijo James sonriendo y revolviendo el pelo de Lily—. ¡Como era de esperar de mi esposa!

Lily sonrió, complacida.

—¿Qué hacemos? —preguntó Harry sin comprender.

Hermione dio tres vueltas al reloj de arena.

La sala oscura desapareció. Harry tuvo la sensación de que volaba muy rápidamente hacia atrás. A su alrededor veía pasar manchas de formas y colores borrosos. Notaba palpitaciones en los oídos. Quiso gritar; pero no podía oír su propia voz.

Sintió el suelo firme bajo sus pies y todo volvió a aclararse. Se hallaba de pie, al lado de Hermione, en el vacío ves­tíbulo, y un chorro de luz dorada bañaba el suelo pavimen­tado penetrando por las puertas principales, que estaban abiertas. Miró a Hermione con la cadena clavándosele en el cuello.

—Hermione, ¿qué...?

—¡Ahí dentro! —Hermione cogió a Harry del brazo y lo arrastró por el vestíbulo hasta la puerta del armario de la limpieza. Lo abrió, empujó a Harry entre los cubos y las fre­gonas, entró ella tras él y cerró la puerta.

—¡Hey Ron! —le llamó Bill—. ¿Como se siente que tu novia y tu mejor amigo se encierren juntos en el armario de la limpieza?

—Cierra el pico.

—¿Qué..., cómo...? Hermione, ¿qué ha pasado?

—Hemos retrocedido en el tiempo —susurró Hermione, quitándole a Harry, a oscuras, la cadena del cuello—. Tres horas.

Todos se miraron entre ellos sorprendidos.

—¿Granger puede viajar en el tiempo? —preguntó Daphne Greengrass sin comprenderlo del todo.

Ron puso una mueca.

—Estoy seguro de que el libro lo explicara todo ¿que os parece si leo y escucháis?

Daphne puso mala cara pero asintió junto al resto de estudiantes.

—Perfecto —dijo Ron para si mismo—. Se acabaron las interrupciones.

(Ya, no te lo crees ni tu)

Harry se palpó la pierna y se dio un fuerte pellizco. Le dolió mucho, lo que en principio descartaba la posibilidad de que estuviera soñando.

—Pero...

—¡Chist! ¡Escucha! ¡Alguien viene! ¡Creo que somos no­sotros! —Hermione había pegado el oído a la puerta del ar­mario—. Pasos por el vestíbulo... Sí, creo que somos nosotros yendo hacia la cabaña de Hagrid.

Muchos se miraron sin comprender.

—¿Quieres decir que estamos aquí en este armario y que también estamos ahí fuera?

—Sí —respondió Hermione, con el oído aún pegado a la puerta del armario—. Estoy segura de que somos nosotros. No parecen más de tres personas. Y... vamos despacio por­que vamos ocultos por la capa invisible. —Dejó de hablar; pero siguió escuchando—. Acabamos de bajar la escalera principal...

Hermione se sentó en un cubo puesto boca abajo. Harry estaba impaciente y quería que Hermione le respondiera a algunas preguntas.

Muchos asintieron con ganas porque, aunque no sirviera de nada, ellos también querían respuestas.

—¿De dónde has sacado ese reloj de arena?

—Se llama giratiempo —explicó Hermione—. Me lo dio la profesora McGonagall el día que volvimos de vacaciones. Lo he utilizado durante el curso para poder asistir a todas las clases. La profesora McGonagall me hizo jurar que no se lo contaría a nadie. Tuvo que escribir un montón de cartas al Ministerio de Magia para que me dejaran tener uno. Les dijo que era una estudiante modelo y que no lo utilizaría nunca para otro fin. Le doy vuelta para volver a disponer de la hora de clase. Gracias a él he podido asistir a varias clases que te­nían lugar al mismo tiempo, ¿te das cuenta? 

La mayoría de los estudiantes miraron a Hermione impresionados. Les iba a costar asimilar algo como esto.

Pero, Harry, me temo que no entiendo qué es lo que quiere Dumbledore que hagamos. ¿Por qué nos ha dicho que retrocedamos tres ho­ras? ¿En qué va a ayudar eso a Sirius?

Harry la miró en la oscuridad.

—Quizás ocurriera algo que podemos cambiar ahora —dijo pensativo—. ¿Qué puede ser? Hace tres horas nos di­rigíamos a la cabaña de Hagrid...

—Ya estamos tres horas antes, nos dirigimos a la caba­ña —explicó Hermione—. Acabamos de oírnos salir.

Algunos rieron un poco, era un poco retorcido todo esto.

Harry frunció el entrecejo. Estaba estrujándose el ce­rebro.

—Dumbledore dijo simplemente... dijo simplemente que podíamos salvar más de una vida inocente... —Y entonces se le ocurrió—: ¡Hermione, vamos a salvar a Buckbeak!

Hagrid abrió mucho los ojos, ¡Backbeak no se había escapado! ¡Le habían salvado Harry y Hermione! Sus ojos se humedecieron ¿como no iba a tener favoritismo como profesor teniendo alumnos como estos?

—Pero... ¿en qué ayudará eso a Sirius?

—Dumbledore nos dijo dónde está la ventana del despa­cho de Flitwick, donde tienen encerrado a Sirius con llave. Tenemos que volar con Buckbeak hasta la ventana y rescatar a Sirius. Sirius puede escapar montado en Buckbeak. ¡Pue­den escapar juntos!

—¡Es un plan perfecto! —dijo James emocionado.

Lily no pensaba lo mismo.

—Hace falta un milagro para que puedan hacer esto sin ser descubiertos.

Ron, algo divertido y al mismo tiempo algo molesto, leyó lo siguiente:

Hermione parecía aterrorizada.

—¡Si conseguimos hacerlo sin que nos vean será un mi­lagro!

Lily y Hermione se sonrieron divertidas.

—Bueno, tenemos que intentarlo, ¿no crees? —dijo Ha­rry. Se levantó y pegó el oído a la puerta—. No parece que haya nadie. Vamos...

Harry empujó y abrió la puerta del armario. El vestíbulo estaba desierto. Tan en silencio y tan rápido como pudieron, salieron del armario y bajaron corriendo los escalones. Las sombras se alargaban. Las copas de los árboles del bosque prohibido volvían a brillar con un fulgor dorado.

—¡Si alguien se asomara a la ventana..! —chilló Her­mione, mirando hacia atrás, hacia el castillo.

—Huiremos —dijo Harry con determinación—. Nos in­ternaremos en el bosque. Tendremos que ocultarnos detrás de un árbol o algo así, y estar atentos.

—¡De acuerdo, pero iremos por detrás de los invernade­ros! —dijo Hermione, sin aliento—. ¡Tenemos que apartar­nos de la puerta principal de la cabaña de Hagrid o de lo con­trario nos veremos a nosotros mismos! Ya debemos de estar llegando a la cabaña.

Pensando todavía en las intenciones de Hermione, Harry echó a correr delante de ella. Atravesaron los huertos hasta los invernaderos, se detuvieron un momento detrás de éstos y reanudaron el camino a toda velocidad, rodeando el sauce boxeador y yendo a ocultarse en el bosque...

A salvo en la oscuridad de los árboles, Harry se dio la vuelta. Unos segundos más tarde, llegó Hermione jadeando.

—Bueno —dijo con voz entrecortada—, tenemos que ir a la cabaña sin que se note. Que no nos vean, Harry

Anduvieron en silencio entre los árboles, por la orilla del bosque. Al vislumbrar la fachada de la cabaña de Hagrid, oyeron que alguien llamaba a la puerta. Se escondieron tras un grueso roble y miraron por ambos lados. Hagrid apareció en la puerta tembloroso y pálido, mirando a todas partes para ver quién había llamado. Y Harry oyó su propia voz que decía:

—Somos nosotros. Llevamos la capa invisible. Si nos de­jas pasar; nos la quitaremos.

—En serio —aseguró Harry—. Es algo rarísimo.

—No deberíais haber venido —susurró Hagrid.

Se hizo a un lado y cerró rápidamente la puerta.

—Esto es lo más raro en que me he metido en mi vida —dijo Harry con entusiasmo.

La envidia se extendía en el comedor por gente que, de forma algo obvia, no comprendía la gravedad y las implicaciones que traía viajar en el tiempo.

—Vamos a adelantarnos un poco —susurró Hermio­ne—. ¡Tenemos que acercarnos más a Buckbeak!

Avanzaron sigilosamente hasta que vieron al nervioso hipogrifo atado a la valla que circundaba la plantación de calabazas de Hagrid.

—¿Ahora? —susurró Harry

—¡No! —dijo Hermione—. Si nos lo llevamos ahora, los hombres de la comisión creerán que Hagrid lo ha liberado. ¡Tenemos que esperar hasta que lo vean atado!

—Menos mal que Hermione siempre piensa en todo —suspiró Ron antes de seguir leyendo.

—Eso supone unos sesenta segundos —dijo Harry. Les empezaba a parecer irrealizable.

En ese momento oyeron romperse una pieza de porce­lana.

—Ya se le ha caído a Hagrid la jarra de leche —dijo Her­mione—. Dentro de un momento encontraré a Scabbers.

Harry y Hermione se miraron con algo de tristeza. Si tan solo hubieran capturado a Cedric...

Efectivamente, minutos después oyeron el chillido de sorpresa de Hermione.

—Hermione —dijo Harry de repente—, ¿y si entrára­mos en la cabaña y nos apoderásemos de Pettigrew?

—¡No! —exclamó Hermione con temor—. ¿No lo entien­des? ¡Estamos rompiendo una de las leyes más importantes de la brujería! ¡Nadie puede cambiar lo ocurrido, nadie! Ya has oído a Dumbledore... Si nos ven...

—Sólo nos verían Hagrid y nosotros mismos.

—Harry, ¿qué crees que pasaría si te vieras a ti mismo entrando en la cabaña de Hagrid? —dijo Hermione.

—Creería... creería que me había vuelto loco —dijo Ha­rry—. O que había magia oscura por medio.

—Exactamente. No lo comprenderías. Incluso puede que te atacaras a ti mismo. La profesora McGonagall me dijo que han sucedido cosas terribles cuando los brujos se han in­miscuido con el tiempo. ¡Muchos terminaron matando por error su propio yo, pasado o futuro!

—Vale —dijo Harry—, sólo era una idea. Yo pensaba nada más que...

Pero Hermione le dio un codazo y señaló hacia el cast­illo. Harry movió la cabeza unos centímetros para tener una visión más clara de la puerta central. Dumbledore, Fudge, el anciano de la comisión y Macnair, el verdugo, bajaban los es­calones.

—¡Estamos a punto de salir! —dijo Hermione en voz baja.

Efectivamente, un momento después se abrió la puerta trasera de la cabaña de Hagrid y Harry se vio a sí mismo con Ron y con Hermione saliendo por ella con Hagrid. Sin duda era la situación más rara en que se había visto, permanecer detrás del árbol y verse a sí mismo en el huerto de las cala­bazas.

—No temas, Buckbeak —dijo Hagrid—. No temas. —Se volvió hacia los tres amigos—. Venga, marchaos.

—Hagrid, no podemos... Les diremos lo que de verdad sucedió.

—No pueden matarlo...

—¡Marchaos! Ya es bastante horrible y sólo faltaría que además os metierais en un lío.

Harry vio a Hermione echando la capa invisible sobre los tres en el huerto de calabazas.

—Marchaos, rápido. No escuchéis.

Llamaron a la puerta principal de la cabaña de Hagrid. El grupo de la ejecución había llegado. Hagrid dio media vuelta y se metió en la cabaña, dejando entreabierta la puer­ta de atrás. Harry vio que la hierba se aplastaba a trechos alrededor de la cabaña y oyó alejarse tres pares de pies. Él, Ron y Hermione se habían marchado, pero el Harry y la Hermione que se ocultaban entre los árboles podían ahora escuchar por la puerta trasera lo que sucedía dentro de la cabaña.

—¿Dónde está la bestia? —preguntó la voz fría de Mac­nair.

Muchos tragaron saliva ¿podrían hacerlo Harry y Hermione? Draco rogaba por ello.

—Fu... fuera contestó Hagrid.

Harry escondió la cabeza cuando Macnair apareció en la ventana de Hagrid para mirar a Buckbeak. Luego oyó a Fudge.

—Tenemos que leer la sentencia, Hagrid. Lo haré rápi­do. Y luego tú y Macnair tendréis que firmar. Macnair, tú también debes escuchar. Es el procedimiento.

El rostro de Macnair desapareció de la ventana. Tendría que ser en ese momento o nunca.

—Espera aquí —susurró Harry a Hermione—. Yo lo haré.

—¡Tu puedes Harry! —le apoyaron muchos. Al libro. Como niños pequeños.

Mientras Fudge volvía a hablar; Harry salió disparado de detrás del árbol, saltó la valla del huerto de calabazas y se acercó a Buckbeak.

—«La Comisión para las Criaturas Peligrosas ha decidi­do que el hipogrifo Buckbeak, en adelante el condenado, sea ejecutado el día seis de junio a la puesta del sol...»

Guardándose de parpadear; Harry volvió a mirar fija­mente los feroces ojos naranja de Buckbeak e inclinó la ca­beza. Buckbeak dobló las escamosas rodillas y volvió a enderezarse. Harry soltó la cuerda que ataba a Buckbeak a la valla.

—«... sentenciado a muerte por decapitación, que será llevada a cabo por el verdugo nombrado por la Comisión, Walden Macnair...»

—Vamos, vamos, vamos... —escuchaba Harry murmurar a Ginny.

—Vamos, Buckbeak —murmuró Harry—, ven, vamos a salvarte. Sin hacer ruido, sin hacer ruido...

—«... por los abajo firmantes.» Firma aquí, Hagrid.

Harry tiró de la cuerda con todas sus fuerzas, pero Buck­beak había clavado en el suelo las patas delanteras.

—Venga, Buckbeak, muévete —murmuraba Ginny cada vez más alterada.

—Bueno, acabemos ya —dijo la voz atiplada del anciano de la Comisión en el interior de la cabaña de Hagrid—. Ha­grid, tal vez fuera mejor que te quedaras aquí dentro.

—No, quiero estar con él... No quiero que esté solo.

Se oyeron pasos dentro de la cabaña.

—Muévete, Buckbeak —susurró Harry

Harry tiró de la cuerda con más fuerza. El hipogrifo echó a andar agitando un poco las alas con talante irrita­do. Aún se hallaban a tres metros del bosque y se les podía ver perfectamente desde la puerta trasera de la cabaña de Hagrid.

La tensión era palpable.

—Un momento, Macnair; por favor —dijo la voz de Dumbledore—. Usted también tiene que firmar. —Los pasos se detuvieron. Buckbeak dio un picotazo al aire y anduvo algo más aprisa.

La cara pálida de Hermione asomaba por detrás de un árbol.

—¡Harry; date prisa! —dijo.

Harry aún oía la voz de Dumbledore en la cabaña. Dio otro tirón a la cuerda. Buckbeak se puso a trotar a regaña­dientes. Llegaron a los árboles...

—¡Rápido, rápido! —gritó Hermione, saliendo como una flecha de detrás del árbol, asiendo también la cuerda y tiran­do con Harry para que Buckbeak avanzara más aprisa. Harry miró por encima del hombro. Ya estaban fuera del alcance de las miradas. Desde allí no veían el huerto de Hagrid.

El Gran Comedor se llenó de suspiros y de rostros relajados. 

—A salvó —le dijo Cho a Harry con una sonrisa.

A Harry le apareció una pregunta en la cabeza mientras le sonreía de vuelta, ¿no estaba Cho últimamente girándose demasiado hacia el? Harry no pudo evitar que su corazón se acelerase un poco.

.

En otro lugar de ese mismo castillo había otro Harry como el pero un poco más alto y maduro.

—¿En serio es tan tonto? —preguntó algo molesto al ver, delante de el, a el joven Harry sonriendo como un estúpido a una chica que no era Ginny.

—Sí, parece que en serio eres tan tonto —le dijo el joven James a su padre.

—¡Hey! Tú no tienes permitido llamar tonto a ningún Harry —dijo su padre.

—¿Eh? —preguntó Ginny—. ¿Por que no? Es cierto al fin y al cabo ¿no?

—¡Dejarme hacer algo! —pidió James—. Yo me encargo de todo.

—¡Ni hablar! —dijeron Albus y Lily al mismo tiempo.

—Tratándose de ti seguro que la lías y al final no nacemos —aseguró Albus—. Dejarme a mi, el otro día he aprendido unos hechizos que...

—¡No! ¡No! ¡No! ¡Ni hablar! —protestó Lily—. Albus tiene el romanticismo bien enterrado dentro de su culo.

—¡Lily! —le dijo Ginny—. Esa boca.

—¿Eh? —preguntó Harry—. ¿Que tiene de malo? Es cierto al fin y al cabo ¿no?

—Ya está papa defendiendo a Lily —resopló James.

—¡Ya se! —dijo Albus de pronto—. ¡Entre los tres! ¡Dejadnos a los tres pensar algo!

James vio ahí su oportunidad.

—¡Eso es! ¡Trabajaremos en equipo! ¡Como verdaderos hermanos!

—Sois verdaderos hermanos... 

—Y no lo seremos si Cho te engancha cual oso hormiguero y te aprieta hasta clavarte sus pezuñas y matarte.

—Estás exagerando un poco ¿no cress?

—¡Ni hablar papa! —dijo Lily también—. ¡Queremos salvarte la vida!

—Sí, de cho; la malvada bruja de las montañas nublosas.

—¿La malvada bruja de las montañas nublosas? —preguntó Harry sorprendido.

Ginny giró la cabeza de forma algo brusca.

—Oh, era una historia que nos contaba mama de pequeña.

Harry alzó una ceja sorprendido y se giró hacia la madre de sus hijos.

—Creo que esta noche vas a tener que contarme una interesante historia.

—¿Interesante? Mama, ¿le vas a contar la historia de "Dean, el vampiro usurpador"?

Ahora fue el turno de Ginny de alzar la ceja y girarse hacia su marido.

—Creo que esta va a ser una noche llena de historias.

Fue entonces cuando la familia Potter se dio cuenta de que, a su alrededor, había bastante más gente, y que todos les observaban con diversión.

Harry abrió la boca para decir algo pero Ginny le cortó.

—Mejor no digas nada.

—¿Entonces podemos planear algo o no? —insistió James.

Harry estaba demasiado avergonzado como para pensar en las estupideces que decían sus hijos.

—Hacer lo que queráis.

Los tres hermanos se miraron sonriendo.

(No tengo nada planeado así que se aceptan ideas xD Aunque, claro, acabaré haciendo lo que me de la gana.)

.

Ron seguía leyendo.

—¡Para! —le dijo a Hermione—. Podrían oírnos.

La puerta trasera de la cabaña de Hagrid se había abier­to de golpe. Harry Hermione y Buckbeak se quedaron inmóvi­les. Incluso el hipogrifo parecía escuchar con atención.

Silencio. Luego...

—¿Dónde está? —dijo la voz atiplada del anciano de la comisión—. ¿Dónde está la bestia?

—¡Estaba atada aquí! —dijo con furia el verdugo—. Yo la vi. ¡Exactamente aquí!

—¡Qué extraordinario! —dijo Dumbledore. Había en su voz un dejo de desenfado.

—¡Buckbeak! —exclamó Hagrid con voz ronca.

Casi todos los presentes sonrieron.

Se oyó un sonido silbante y a continuación el golpe de un hacha. El verdugo, furioso, la había lanzado contra la valla. Luego se oyó el aullido y en esta ocasión pudieron oír tam­bién las palabras de Hagrid entre sollozos:

—¡Se ha ido!, ¡se ha ido! Alabado sea, ¡ha escapado! Debe de haberse soltado solo. Buckbeak, qué listo eres.

—Muchísimas gracias, chicos —les dijo el guardabosques con una enorme sonrisa.

Buckbeak empezó a tirar de la cuerda, deseoso de volver con Hagrid. Harry y Hermione la sujetaron con más fuerza, hundiendo los talones en tierra.

—¡Lo han soltado! —gruñía el verdugo—. Deberíamos rastrear los terrenos y el bosque.

—Macnair; si alguien ha cogido realmente a Buckbeak, ¿crees que se lo habrá llevado a pie? —le preguntó Dumble­dore, que seguía hablando con desenfado—. Rastrea el cielo, si quieres... Hagrid, no me iría mal un té. O una buena copa de brandy.

—Por... por supuesto, profesor —dijo Hagrid, al que la alegría parecía haber dejado flojo—. Entre, entre...

Harry y Hermione escuchaban con atención: oyeron pa­sos, la leve maldición del verdugo, el golpe de la puerta y de nuevo el silencio.

—¿Y ahora qué? —susurró Harry, mirando a su alrededor.

—Tendremos que quedarnos aquí escondidos —dijo Her­mione con miedo—. Tenemos que esperar a que vuelvan al castillo. Luego aguardaremos a que pase el peligro y nos acercaremos a la ventana de Sirius volando con Buckbeak. No volverá por allí hasta dentro de dos horas... Esto va a re­sultar difícil...

Miró por encima del hombro, a la espesura del bosque. El sol se ponía en aquel momento.

—Habrá que moverse —dijo Harry, pensando—. Tene­mos que ir donde podamos ver el sauce boxeador o no nos en­teraremos de lo que ocurre.

—De acuerdo —dijo Hermione, sujetando la cuerda de Buckbeak aún más firme—. Pero hemos de seguir ocultos, Harry, recuérdalo.

Se movieron por el borde del bosque, mientras caía la noche, hasta ocultarse tras un grupo de árboles entre los cuales podían distinguir el sauce.

—¡Ahí está Ron! —dijo Harry de repente.

Una figura oscura corría por el césped y el aire silencio­so de la noche les transmitió el eco de su grito.

—Aléjate de él..., aléjate... Scabbers, ven aquí...

Y entonces vieron a otras dos figuras que salían de la nada. Harry se vio a sí mismo y a Hermione siguiendo a Ron. Luego vio a Ron lanzándose en picado.

—¡Te he atrapado! Vete, gato asqueroso.

—¡Ahí está Sirius! —dijo Harry. El perrazo había surgido de las raíces del sauce. Lo vieron derribar a Harry y suje­tar a Ron—. Desde aquí parece incluso más horrible, ¿ver­dad? —añadió mientras el perro arrastraba a Ron hasta meterlo entre las raíces—. ¡Eh, mira! El árbol acaba de pe­garme. Y también a ti. ¡Qué situación más rara!

Aunque no era algo gracioso muchos reían en el comedor.

El sauce boxeador crujía y largaba puñetazos con sus ramas más bajas. Podían verse a sí mismos corriendo de un lado para otro en su intento de alcanzar el tronco. Y de re­pente el árbol se quedó quieto.

—Crookshanks ya ha apretado el nudo —explicó Her­mione.

—Allá vamos... —murmuró Harry—. Ya hemos entrado.

En cuanto desaparecieron, el árbol volvió a agitarse. Unos segundos después, oyeron pasos cercanos. Dumbledore, Macnair, Fudge y el anciano de la Comisión se dirigían al castillo.

—¡En cuanto bajamos por el pasadizo! —dijo Hermio­ne—. ¡Ojalá Dumbledore hubiera venido con nosotros...!

—Macnair y Fudge habrían venido también —dijo Ha­rry con tristeza—. Te apuesto lo que quieras a que Fudge ha­bría ordenado a Macnair que matara a Sirius allí mismo.

Vieron a los cuatro hombres subir por la escalera de en­trada del castillo y perderse de vista. Durante unos minutos el lugar quedó vacío. Luego...

—¡Aquí viene Lupin! —dijo Harry al ver a otra persona que bajaba la escalera y se dirigía corriendo hacia el sauce. Harry miró al cielo. Las nubes ocultaban la luna.

Entonces todos recordaron que Lupin se iba a transformar en hombre lobo. No iba a ser tan fácil esperar a que Sirius estuviese atrapado en la torre.

Vieron que Lupin cogía del suelo una rama rota y apre­taba con ella el nudo del tronco. El árbol dejó de dar golpes y también Lupin desapareció por el hueco que había entre las raíces.

—¡Ojalá hubiera cogido la capa! —dijo Harry—. Está ahí... —Se volvió a Hermione—. Si saliera ahora corriendo y me la llevara, no la podría coger Snape.

—¡Harry, no nos deben ver!

—¿Cómo puedes soportarlo? —le preguntó a Hermione con irritación—. ¿Estar aquí y ver lo que sucede sin hacer nada? —Dudó—. ¡Voy a coger la capa!

—¡No! —gritaron unos pocos.

—¡Harry, no!

Hermione sujetó a Harry a tiempo por la parte trasera de la túnica. En ese momento oyeron cantar a alguien. Era Hagrid, que se dirigía hacia el castillo, cantando a voz en gri­to y oscilando ligeramente al caminar. Llevaba una botella grande en la mano.

—¿Lo ves? —susurró Hermione—. ¿Ves lo que habría ocurrido? ¡Tenemos que estar donde nadie nos pueda ver! ¡No, Buckbeak!

El hipogrifo hacia intentos desesperados por ir hacia Hagrid. Harry aferró también la cuerda para sujetar a Buck­beak. Observaron a Hagrid, que iba haciendo eses hacia el castillo. Desapareció. Buckbeak cejó en sus intentos de esca­par. Abatió la cabeza con tristeza.

Apenas dos minutos después las puertas del castillo vol­vieron a abrirse y Snape apareció corriendo hacia el sauce, en pos de ellos.

Harry cerró fuertemente los puños al ver que Snape se detenía cerca del árbol, mirando a su alrededor. Cogió la capa y la sostuvo en alto.

—Aparta de ella tus asquerosas manos —murmuró Harry entre dientes.

—¡Chist!

Snape cogió la rama que había usado Lupin para inmo­vilizar el árbol, apretó el nudo con ella y, cubriéndose con la capa, se perdió de vista.

—Ya está —dijo Hermione en voz baja—. Ahora ya esta­mos todos dentro. Y ahora sólo tenemos que esperar a que volvamos a salir...

—¡Que divertido es esperar! —dijeron los gemelos mientras se frotaban las manos fingiendo emoción.

Cogió el extremo de la cuerda de Buckbeak y lo amarró firmemente al árbol más cercano. Luego se sentó en el suelo seco, rodeándose las rodillas con los brazos.

—Harry, hay algo que no comprendo... ¿Por qué no atra­paron a Sirius los dementores? Recuerdo que se aproxima­ban a él antes de que yo me desmayara.

Harry se sentó también. Explicó lo que había visto. Cómo, en el momento en que el dementor más cercano acer­caba la boca a Sirius, algo grande y plateado llegó galopando por el lago y ahuyentó a los dementores.

Cuando terminó Harry de explicarlo, Hermione tenía la boca abierta.

—Pero ¿qué era?

—Sólo hay una cosa que puede hacer retroceder a los dementores —dijo Harry—. Un verdadero patronus, un patro­nus poderoso.

—Pero ¿quién lo hizo aparecer?

Muchos se lo preguntaban.

Harry no dijo nada. Volvió a pensar en la persona que había visto en la otra orilla del lago. Imaginaba quién podía ser... Pero ¿cómo era posible?

—¿No viste qué aspecto tenía? —preguntó Hermione con impaciencia—. ¿Era uno de los profesores?

—No.

—Pero tuvo que ser un brujo muy poderoso para alejar a todos los dementores... Si el patronus brillaba tanto, ¿no lo iluminó? ¿No pudiste ver...?

—Sí que lo vi —dijo Harry pensativo—. Aunque tal vez lo imaginase. No pensaba con claridad. Me desmayé inme­diatamente después...

—¿Quién te pareció que era?

—Me pareció —Harry tragó saliva, consciente de lo raro que iba a sonar aquello—, me pareció mi padre.

Muchos de los adultos, viendo todo lo que estaba pasando, ya intuían que había ocurrido, así que no pudieron evitar sonreír ante lo dicho por Harry.

Miró a Hermione y vio que estaba con la boca abierta. La muchacha lo miraba con una mezcla de inquietud y pena.

—Harry, tu padre está..., bueno..., está muerto —dijo en voz baja.

—¿Hola? —preguntó James.

—Lo sé —dijo Harry rápidamente.

—Eeeeooo.

—¿Crees que era su fantasma?

—¿Parezco un fantasma?

—No lo sé. No... Parecía sólido.

—¡Duro como una piedra! —aseguró James golpeándose el pecho.

—¡Venga, para ya! —dijo Lily riendo un poco.

—Pero entonces...

—Quizá tuviera alucinaciones —dijo Harry—. Pero a juzgar por lo que vi, se parecía a él. Tengo fotos suyas... —Hermione seguía mirándolo como preocupada por su sa­lud mental—. Sé que parece una locura —añadió Harry con determinación. Se volvió para echar un vistazo a Buckbeak, que metía el pico en la tierra, buscando lombrices. Pero no miraba realmente al hipogrifo.

Pensaba en su padre y en sus tres amigos de toda la vida. Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta... ¿No habrían estado aquella noche los cuatro en los terrenos del castillo? Colagusano había vuelto a aparecer aquella noche, cuando todo el mundo pensaba que estaba muerto. ¿Era im­posible que su padre hubiera hecho lo mismo? ¿Había visto visiones en el lago? La figura había estado demasiado lejos para distinguirla bien, y sin embargo, antes de perder el sen­tido, había estado seguro de lo que veía.

Las hojas de los árboles susurraban movidas por la bri­sa. La luna aparecía y desaparecía tras las nubes. Hermione se sentó de cara al sauce, esperando.

Y entonces, después de una hora...

—¡Ya salen! —exclamó Hermione. Se pusieron en pie. Buckbeak levantó la cabeza. Vieron a Lupin, Ron y Pettigrew saliendo con dificultad del agujero de las raíces. Luego salió Hermione. Luego Snape, inconsciente, flotando. A con­tinuación iban Harry y Black. Todos echaron a andar hacia el castillo. El corazón de Harry comenzaba a latir muy fuer­te. Levantó la vista al cielo. De un momento a otro pasaría la nube y la luna quedaría al descubierto...

El comedor estaba completamente en silencio, sin contar con la voz de Ron.

—Harry —musitó Hermione, como si adivinara lo que pensaba él—, tenemos que quedarnos aquí. No nos deben ver. No podemos hacer nada.

—¿Y vamos a consentir que Pettigrew vuelva a escaparse? —dijo Harry en voz baja.

—¿Y cómo esperas encontrar una rata en la oscuridad? —le atajó Hermione—. No podemos hacer nada. Si hemos regresado es sólo para ayudar a Sirius. ¡No debes hacer nada más!

—Está bien.

Aunque a muchos les molestaba el que Peter escapara todos sabían que no había otra salida.

La luna salió de detrás de la nube. Vieron las pequeñas siluetas detenerse en medio del césped. Luego las vieron moverse.

—¡Mira a Lupin! —susurró Hermione—. Se está trans­formando.

—¡Hermione! —dijo Harry de repente—. ¡Tenemos que hacer algo!

—No podemos. Te lo estoy diciendo todo el tiempo.

—¡No hablo de intervenir! ¡Es que Lupin se va a aden­trar en el bosque y vendrá hacia aquí!

Los nervios aumentaron.

Hermione ahogó un grito.

—¡Rápido! —gimió, apresurándose a desatar a Buck­beak—. ¡Rápido! ¿Dónde vamos? ¿Dónde nos ocultamos? ¡Los dementores llegarán de un momento a otro!

—¡Volvamos a la cabaña de Hagrid! —dijo Harry—. Ahora está vacía. ¡Vamos!

—¡Correr, correr, correr! —les urgió Tonks.

Corrieron todo lo aprisa que pudieron. Buckbeak iba de­trás de ellos a medio galope. Oyeron aullar al hombre lobo a sus espaldas.

Vieron la cabaña. Harry derrapó al llegar a la puerta. La abrió de un tirón y dejó pasar a Hermione y a Buckbeak, que entraron como un rayo. Harry entró detrás de ellos y echó el cerrojo. Fang, el perro jabalinero, ladró muy fuerte.

—¡Silencio, Fang, somos nosotros! —dijo Hermione, avan­zando rápidamente hacia él y acariciándole las orejas para que callara—. ¡Nos hemos salvado por poco! —dijo a Harry.

—Sí...

Harry miró por la ventana. Desde allí era mucho más difícil ver lo que ocurría. Buckbeak parecía muy contento de volver a casa de Hagrid. Se echó delante del fuego, plegó las alas con satisfacción y se dispuso a echar un buen sue­ñecito.

—Será mejor que salga —dijo Harry pensativo—. Desde aquí no veo lo que ocurre. No sabremos cuándo llega el mo­mento. —Hermione levantó los ojos para mirarlo. Tenía ex­presión de recelo—. No voy a intervenir —añadió Harry de inmediato—. Pero si no vemos lo que ocurre, ¿cómo sabre­mos cuál es el momento de rescatar a Sirius?

—Bueno, de acuerdo. Aguardaré aquí con Buckbeak... Pero ten cuidado, Harry. Ahí fuera hay un licántropo y mul­titud de dementores.

Harry salió y bordeó la cabaña. Oyó gritos distantes. Aquello quería decir que los dementores se acercaban a Sirius... El otro Harry y la otra Hermione irían hacia él en cualquier momento...

Miró hacia el lago, con el corazón redoblando como un tambor. Quienquiera que hubiese enviado al patronus, haría aparición enseguida.

Durante una fracción de segundo se quedó ante la puer­ta de la cabaña de Hagrid sin saber qué hacer. «No deben verte.» Pero no quería que lo vieran, quería ver él. Tenía que enterarse...

Ya estaban allí los dementores. Surgían de la oscuridad, llegaban de todas partes. Se deslizaban por las orillas del lago. Se alejaban de Harry hacia la orilla opuesta... No ten­dría que acercarse a ellos.

Echó a correr. No pensaba más que en su padre... Si era él, si era él realmente, tenía que saberlo, tenía que averiguarlo.

Nadie decía nada.

Cada vez estaba más cerca del lago, pero no se veía a na­die. En la orilla opuesta veía leves destellos de plata: eran sus propios intentos de conseguir un patronus.

Había un arbusto en la misma orilla del agua. Harry se agachó detrás de él y miró por entre las hojas. En la otra ori­lla los destellos de plata se extinguieron de repente. Sintió emoción y terror: faltaba muy poco.

—¡Vamos! —murmuró, mirando a su alrededor—. ¿Dón­de estás? Vamos, papá.

James suspiró con tristeza... Escuchar a su hijo rogando por el... Tenía que haber estado allí. Pero estaba demasiado ocupado estando muerto...

—Harry... —murmuró Lily, pero no dijo nada más.

Pero nadie acudió. Harry levantó la cabeza para mirar el círculo de los dementores del otro lado del lago. Uno de ellos se bajaba la capucha. Era el momento de que aparecie­ra el salvador. Pero no veía a nadie.

Lily se estaba mordiendo el labio inferior con fuerza ¿iba a comprenderlo o no?

Y entonces lo comprendió. No había visto a su padre, se había visto a sí mismo.

Todos lo comprendieron entonces y Lily sonrió.

Harry salió de detrás del arbusto y sacó la varita.

—¡EXPECTO PATRONUM! —exclamó.

Y de la punta de su varita surgió, no una nube informe, sino un animal plateado, deslumbrante y cegador. Frunció el entrecejo tratando de distinguir lo que era. Parecía un caballo. Galopaba en silencio, alejándose de él por la super­ficie negra del lago. Lo vio bajar la cabeza y cargar contra los dementores... En ese momento galopaba en torno a las formas negras que estaban tendidas en el suelo, y los dementores retrocedían, se dispersaban y huían en la oscuri­dad. Y se fueron.

Despues de unos instantes de silencio el la sala todos empezaron a aplaudir y a silbar ruidosamente.

—¡Increíble Harry! —gritaban algunos.

—Con trece años... —murmuraba el ministro—. Aún no me lo creo.

—¡Tienes lo que hay que tener, Potter! —aplaudió Moody mirándole con un solo ojo.

—¡Ese es mi hijo! —se unió James al jaleo.

—¡Como era de esperar de mi ahijado! —Sirius no iba a ser menos.

—Eso es impresionante, Harry —le dijo Lily también.

—Siempre buscando destacar ¿eh, Potter? —bromeó Ginny.

—Soy el famoso Harry Potter —contestó este haciendo referencia a lo que Malfoy le dijo el la librería tiempo atrás—. Ni siquiera rodeado de dementores evito ser el protagonista.

Harry intuía que, de lo rojo que estaba por las alabanzas que estaba recibiendo podría camuflarse entre el pelo de Ginny. Y, en parte, le apetecía intentarlo.

Ron le dio unos minutos de gloria a su amigo y siguió con la lectura.

El patronus dio media vuelta. Volvía hacia Harry a me­dio galope, cruzando la calma superficie del agua. No era un caballo. Tampoco un unicornio. Era un ciervo. Brillaba tanto como la luna... Regresaba hacia él.

James sonrió con orgullo.

Se detuvo en la orilla. Sus pezuñas no dejaban huellas en la orilla. Miraba a Harry con sus ojos grandes y plateados. Lentamente reclinó la cornamenta. Y Harry comprendió:

—Cornamenta —susurró.

James amplió su sonrisa.

Pero se desvaneció cuando alargó hacia él las tembloro­sas yemas de sus dedos.

Harry se quedó así, con la mano extendida. Luego, con un vuelco del corazón, oyó tras él un ruido de cascos. Se dio la vuelta y vio a Hermione, que se acercaba a toda prisa, ti­rando de Buckbeak.

—¿Qué has hecho? —dijo enfadada—. Dijiste que no in­tervendrías.

—¡Muy mal, Harry! —le regañó Sirius—. ¿Por qué no nos has dejado morir?

—Sólo he salvado nuestra vida... Ven aquí, detrás de este arbusto: te lo explicaré.

Hermione escuchó con la boca abierta el relato de lo ocu­rrido.

—¿Te ha visto alguien?

—Sí. ¿No me has oído? ¡Me vi a mí mismo, pero creí que era mi padre!

—No puedo creerlo... ¡Hiciste aparecer un patronus capaz de ahuyentar a todos los dementores! ¡Eso es magia avanzadísima!

Todos seguían sin creérselo del todo.

—Entonces... —empezó Seamus contando con los dedos—. Has peleado contra un troll, has pasado los retos que protegían la piedra filosofal y te has enfrentado a quien-tu-sabes en tu primer año.

—Bueno, el troll lo derrotó Ron y los retos de la piedra los completamos entre los tres.

Seamus le ignoró y siguió contando.

—Escapaste de una acromántula y de sus crías y mataste a un basilisco.

—El coche del padre de Ron nos salvó de las acromántulas y Fawkes me ayudó a derrotar al basilisco —insistió Harry, pero Seamus volvió a pasar de el.

—Y en tu tercer año has atacado a Snape y has derrotado a una burrada de dementores.

—Lo de Snape no es un logro y aunque lo fuera Ron y Hermione también...

—¡Harry! —le dijo Cho—. ¿Por que te cuesta tanto admitir que eres increíble?

Harry se ruborizó instantaneamente.

—Bueno... Ron y Hermione...

—Sí, sí, ellos también son geniales —dijo Cho mientras le quitaba importancia con la mano—. Pero tu más.

Harry parpadeaba sin cesar, ¿en serio Cho estaba diciendo que el era increíble? ¿el? ¿el que siempre se volvía torpe cada vez que estaba delante de ella? Estaba tan feliz que no notó como Ginny se encogía en su asiento.

Ron, algo picado porque le quitaran merito a lo que el hacía, siguió con la lectura rápidamente.

—Sabía que lo podía hacer —dijo Harry—, porque ya lo había hecho... ¿No es absurdo?

—No lo sé... ¡Harry, mira a Snape!

Observaron la otra orilla desde ambos lados del arbus­to. Snape había recuperado el conocimiento. Estaba ha­ciendo aparecer por arte de magia unas camillas y subía a ellas los cuerpos inconscientes de Harry, Hermione y Black. Una cuarta camilla, que sin duda llevaba a Ron, flotaba ya a su lado. Luego, apuntándolos con la varita, los llevó hacia el castillo.

—Bueno, ya es casi el momento —dijo Hermione, ner­viosa, mirando el reloj—. Disponemos de unos 45 minutos antes de que Dumbledore cierre con llave la puerta de la en­fermería. Tenemos que rescatar a Sirius y volver a la enfer­mería antes de que nadie note nuestra ausencia.

Muchos suspiraron cansados, aún quedaba mucho por hacer.

Aguardaron. Veían reflejarse en el lago el movimiento de las nubes. La brisa susurraba entre las hojas del arbusto que tenían al lado. Aburrido, Buckbeak había vuelto a bus­car lombrices en la tierra.

—¿Crees que ya estará allí arriba? —preguntó Harry, consultando la hora. Levantó la mirada hacia el castillo y empezó a contar las ventanas de la derecha de la torre oeste.

—¡Mira! —susurró Hermione—. ¿Quién es? ¡Alguien vuelve a salir del castillo!

Harry miró en la oscuridad. El hombre se apresuraba por los terrenos del colegio hacia una de las entradas. Algo brillaba en su cinturón.

—¡Macnair! —dijo Harry—. ¡El verdugo! ¡Va a buscar a los dementores!

—Daos prisa —rogó James algo alterado.

Hermione puso las manos en el lomo de Buckbeak y Harry la ayudó a montar. Luego apoyó el pie en una rama baja del arbusto y montó delante de ella. Pasó la cuerda por el cuello de Buckbeak y la ató también al otro lado, como unas riendas.

—¿Preparada? —susurró a Hermione—. Será mejor que te sujetes a mí.

(Venga vaaa, Ron, amigo mio, no te pongas celosete porque tu mejor amigo y tu novia han dado un paseo nocturno en hipogrifo bien agarraditos :3)

Espoleó a Buckbeak con los talones.

Buckbeak emprendió el vuelo hacia el oscuro cielo. Harry le presionó los costados con las rodillas y notó que levantaba las alas. Hermione se sujetaba con fuerza a la cintura de Harry, que la oía murmurar:

—Ay, ay, qué poco me gusta esto, ay, ay, qué poco me gusta.

(Bueno Ron, ¿eso te consuela un poco?)

Planeaban silenciosamente hacia los pisos más altos del castillo. Harry tiró de la rienda de la izquierda y Buck­beak viró. Harry trataba de contar las ventanas que pasa­ban como relámpagos.

—¡Sooo! —dijo, tirando de las riendas todo lo que pudo.

Buckbeak redujo la velocidad y se detuvieron. Pasando por alto el hecho de que subían y bajaban casi un metro cada vez que Buckbeak batía las alas, podía decirse que estaban inmóviles.

—¡Ahí está! —dijo Harry, localizando a Sirius mientras ascendían junto a la ventana. Sacó la mano y en el momento en que Buckbeak bajaba las alas, golpeó en el cristal.

Black levantó la mirada. Harry vio que se quedaba bo­quiabierto. Saltó de la silla, fue aprisa hacia la ventana y trató de abrirla, pero estaba cerrada con llave.

—¡Échate hacia atrás! —le gritó Hermione, y sacó su va­rita, sin dejar de sujetarse con la mano izquierda a la túnica de Harry.

—¡Alohomora!

(Reconozcamoslo...El bombarda de la peli es mucho más épico)

La ventana se abrió de golpe.

—¿Cómo... cómo... ? —preguntó Black casi sin voz, mi­rando al hipogrifo.

—Monta, no hay mucho tiempo —dijo Harry, abrazán­dose al cuello liso y brillante de Buckbeak, para impedir que se moviera—. Tienes que huir, los dementores están a punto de llegar. Macnair ha ido a buscarlos.

Black se sujetó al marco de la ventana y asomó la cabeza y los hombros. Fue una suerte que estuviera tan delgado. En unos segundos pasó una pierna por el lomo de Buckbeak y montó detrás de Hermione.

(¿Y ahora que tal, Ron? Ahora son dos los hombres que dan un paseo nocturno con tu novia. Un malote forajido y el más cool de la escuela ¿como te sientes?)

—¡Arriba, Buckbeak! —dijo Harry, sacudiendo las rien­das—. Arriba, a la torre. ¡Vamos!

El hipogrifo batió las alas y volvió a emprender el vuelo. Navegaron a la altura del techo de la torre oeste. Buckbeak aterrizó tras las almenas con mucho alboroto, y Harry y Her­mione se bajaron inmediatamente.

—Será mejor que escapes rápido, Sirius —dijo Harry ja­deando—. No tardarán en llegar al despacho de Flitwick. Descubrirán tu huida.

Buckbeak dio una coz en el suelo, sacudiendo la afilada cabeza.

—¿Qué le ocurrió al otro chico? A Ron —preguntó Si­rius.

—Se pondrá bien. Está todavía inconsciente, pero la se­ñora Pomfrey dice que se curará. ¡Rápido, vete!

Pero Black seguía mirando a Harry.

—¿Cómo te lo puedo agradecer?

—Lárgate de una vez —dijeron varios en la sala riendo un poco por los nervios.

—¡VETE! —gritaron a un tiempo Harry y Hermione.

Black dio la vuelta a Buckbeak, orientándolo hacia el cielo abierto.

—¡Nos volveremos a ver! —dijo—. ¡Verdaderamente, Harry, te pareces a tu padre!

—Una bonita despedida —comentó Luna sonriendo.

Presionó los flancos de Buckbeak con los talones. Harry y Hermione se echaron atrás cuando las enormes alas vol­vieron a batir. El hipogrifo emprendió el vuelo... Animal y ji­nete empequeñecieron conforme Harry los miraba... Luego, una nube pasó ante la luna... y se perdieron de vista.

—Fin del capitulo —anunció Ron suspirando.

—Bien, bien —dijo Dumbledore—. Un capítulo más para el final, ¿te animas Minerva?

McGonagall asintió y cogió el libro Ron le tendía.

Más lechuzas mensajeras.


Escribir dos caps de golpe no es bueno, ni te da tiempo a releer o corregir. Cualquier cosa me decís y cuando pueda lo corrijo.

Hasta aquí por el momento. Estaré ausente por una o dos semanas pero en cuanto vuelva seguimos.

Por cierto, he estado pensando sobre mis objetivos el siguiente año y bueno, he estado pensando en la escuela y todo eso... Y lo he decidido. Esto es lo que quiero hacer el año que viene en clase:



Bye!

PD: Aquí tenéis dos capítulos... No podréis quejaros ahora ;)

30 comentarios :

  1. SUBISTE DOS CAPÍTULOS, TE AMO *bueno se me fue un poco la emoción*
    me diste la idea de hacer lo mismo, aunque yo quería dejar el primer mesaje de la cámara de los secretos el último día de clases..
    ciao!!

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  2. Dait te amo, es mi ultimo dia de vacaciones, y tu me lo alegraste!!!!
    Espero que la pases bien en tus vacaciones, y que durante esas dos semanas escribas todos los capitulos de HP y El Caliz de Fuego ¬¬
    Bye, bye.

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  3. Ya me parecía raro que un muggle intentara hacer las cosas bien, cometiste un gran error sangre sucia.
    Escribiste que "si tan solo hubieran capturado a Cedric" en lugar de a Scabbers.
    Ese muchacho es mio, nadie va a impedir que lo mate y lo transforme en un vampiro que brilla al sol jajajaja
    Lord Voldemort

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  4. Podrías hacer que harry valla al baño de prefectos y hable en vos alta sobre sus sentimientos sobre ginny y no se de cuenta que ella estaba oculta de su vista (también en el agua pero invisible), digamos que los niños Potter hacen aparecer a ginny en el baño de prefectos alegando ser un regalo de sus futuros hijos ademas de ponerle un fortísimo hechizo invisible y harry toma la ruta normal a baño y cuando llega ginny ya esta en el agua espumosa en una esquina opuesta sin moverse temiendo que la descubran al oír ruidos, te dejo a ti las modificaciones yo agregaría chapoteo, besos, echizos anti-embarazo y más pero se que ese no es tu estilo, nos besos dentro de unas semanas

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  5. No sería "Cogío el Libro QUE Ron le Tendía", en vez de "Cogío el Libro Ron le tendía".

    Está al final del Capitulo.

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  6. sabes esta bien asta que regreses y no importo mucho los errores aunque hubieras echo los 3 últimos capítulos de este libro asi cuando regreses regresas subiendo el 4 libro his se salvan las personas que murieron en el futuro pero cedric no tiene salvación que mal pobre de el

    ATT :
    génesis rondon que te viene siguiendo desde FF desde el 1 primer libro

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  7. por que mis comentarios jamas aparecen?!
    Me estoy empezando a enojar en serio con este blog,llevo intentando dejar un comentario desde que empezaste con el,cuando se te borro la historia en FF,pero mis comentarios jamas han aparecido.incluso una vez escribí todo así:ogutdytvjhbhdfu solo para ver si aparecía,pero nada...
    pero lo importante es que por fin Sin Nombre tiene nombre,ya me estaba dando penita la chica :D
    Tienes que subir pronto el ultimo cap,tenemos que romper la maldición del tercer libro....y yo quiero leer el siguiente cap :3
    Tía lectio

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    1. Apareció!!!!!!!*gira en círculos de la emoción*ahora solo falta que dait me responda y puedo morir en paz :3

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    2. ¿Porque no me sorprende tu presencia aqui Lectio? (Soy Cassiopeia Druella Black Stark )

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  8. Hey, como detalles de poca importancia decirte que Al principio del capítulo pones la frase "no le agradezcas nada a ese, pelirroja" como que lo dice Snape, aunque los buenos entendedores sabemos que quieres decir Sirius. Y como ya te han dicho, a mediados nombras a Cedric cuando tiene que ser Peter. Y cuando te dicen que es: cogió él libro que Ron le tendía, ciertamente te falta el "que", no obstante, en el "cogió" pones correctamente el acento, no así quien te recomienda "cogío".
    Ya te dejo hasta que vuelvas, no te quejarás que te he dejado comentarios en los 2 capítulos perdonando además tu impertinencia de joven rebelde 😜
    Como ya te dije, diviértete en tus vacas

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  9. ME encanto!!!!! Regresa pronto Dait que me moriré sin un nuevo capítulo pronto!!!!!!!!

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  10. Podría ser que durante el descanso Harry está caminando por un pasillo y que al acercarse a una esquina, James, Albus y Lily, hacen que se tropiece y caiga encima Ginny (que justo está doblando por la esquina), causando que se terminen besando y entonces Harry se da cuenta que fue a Ginny quien beso antes.

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  11. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  12. ¿No te cansas de burlarte del Ron? Pobre Ron.
    Ya casi terminas este libro....este fic es uno de los mas avanzados que he encontrado (el otro es "en la sala de requerimientos" que lleva dos capítulos del Cáliz del Fuego).
    Pásalo bien en tus vacaciones.... para mi que te vayas por dos semanas son vacaciones... si es solo una entonces ten una buena semana.

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  13. si eres chungo :D o majo como le quieras llamar en fin TE AMO!!! nunca hubiera esperado que subieras 2 capitulos seguidos pero ahora me quejo porque no hay mas u.u y ya queda el capitulo final para que comiences el IV libro u.u en fin espero conti pronto los ame nos leemos pronto byee ^_^ :3

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  14. Phoenix1993
    Me encanta jajajajaja

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  15. ¡Dios! ¡DOS! Solo por esto se te perdonara que no escribas en un par de semanas :P
    No se si alguno te lo ha comentado ya, pero en la conver donde las hijos de ginny y harry intentan convercerlos de que les dejen hacer algo te has equivocado un par de veces cn el mama y papa (no es algo muy grave porque leyendo atentamente se entiende, pero por si te interesa).

    Debo admitir, y me cuesta admitir esto, que siempre me mola más la versión del libro de todas las escenas. Pero el final de este libro... mola más (según mi opinión) ¡la versión de la película!
    En el libro como que todo es mucho más rápido y desapasionado. En la película es mucho más como ay dios ay dios. Por ejemplo la despedida, en la peli es más dramatica ¡QUEREMOS DRAMA!

    Pero bueno, creo que va a ser la unica pega que saque de los 7 libros (gracias a dios), si hay algún otro momento y en su momento no me di cuenta... bueno, ya lo diré.

    Y ahora...
    ¡Feliciidades por tu primer aniversario! Yo creo que no llevo tanto tiempo leyendote, pensando en ello creo que llevo más meses de los que creía, pero no llego al año. El caso es que... ¡Felicidades!
    Espero que llegues a editar los 7 libros. Te estaré apoyando, dure lo que dure, porque me encantas.

    Pasatelo genial en las vacaciones, ya nos contarás que tal, que aquí te esperamos.

    ¡Un saludote y hasta la próxima!

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  16. Dait feliz año ..es increíble que ya a pasado un año. por dios subis dos capítulos y yo ni enterada soy una mala fan TT-TT mmmmmm que puedo decir...... impresionantes capítulos no tengo quejas.
    Respecto a lo de los chicos Potter estoy de acuerdo con anónimus máximus me encanta la idea pensarlo aunque dudo que lo hagas ( ^__^ ) y si no ya se te ocurrirá algo para impresionarnos con esas ideas alocadamente increibles que tenes.
    Te vamos a estrañar las dos semanas pero espero que disfrutes tus vacaciones
    Nashi dragnnel
    Pd-estas rompiendo la maldicion

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  17. ERES GENIAL!!! TE AGRADEZCO MUCHO QUE HAYAS SUBIDO DOS EN UNO SOLO!!! GENIAL!!! por fis.... espero con ansias el proximo capituolo para ver como reaccionaran al ver el final del libro 3 y si es que se puede, me gustaria si no es mucho pedir si puedes subir al mismo tiempo el capitulo 1 del libro 4 la del caliz de fuego por fis :) :)

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  18. Dos cosas, 1: el estúpido corrector en vez de escribir nos vemos escribió nos besos, solo para aclarar me gustan las chicas, y 2: deberías traer a Narcissa Malfoy, a ver como reacciona ante su hijo cambiado y si aprueba su comportamiento en los libros

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  19. Dait solo quiero decirte que te adoro por volver a escribir no sabes como me dolio cuando digiste q ya no lo seguirías escribiendo por tiempo indefinido y yo aun sin creer lo seguía entrando al blog para ver si habías actualizado y nada y ya cuando mis esperanzas habían acabado veo que lo retomas estoy tan feliz no tienes idea eres creo el único autor que a seguido aun después de q fanfiction.net elimo a las q tenían esta tematica por eso me alegro mucho que vuelvas y porta no te tardes mucho jejeje ; )

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  20. Buen dia dait es la segunda vez que te comento aunque no me contestaste la anterior :(
    vi una foto en facebook sobre algo en lo que comparaban a harry snape y voldemort con los 3 hermanos y a dumbledore con la muerte y me llamo mucho la atencion! https://fbcdn-sphotos-e-a.akamaihd.net/hphotos-ak-xpf1/v/t1.0-9/11888106_957258454318080_4986958524664937749_n.jpg?oh=7edde88bb617c73e3de9071c4c703eb6&oe=5683AD42&__gda__=1450891304_caedda8a7aa9d2c2c89fcd6f99f6f71e ese es el link , que opinas?
    tambien esta eso de que voldemort siempre temio a dumbledore
    "El único al que temió" Dumbledore/la muerte .
    tiene bastante sentido.

    Espero que sigas actualizando rapido y que no tarde mucho el proximo capitulo, estoy impacientee

    Saludos JuanMa

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  21. Me quede pensandolo y probablemente no veas un link que te pasa un extraño en un comentario asi que te explico lo que decia en la imagen que te pase por si no la ves, basicamente dice que harry snape y voldemort representan a los 3 hermanos de la fabula, entonces por que no dumbledore a la muerte? recibio a harry en king cross y estuvo involucrado en la muerte de snape y voldemort, ''recibio a la muerte como a una vieja amiga'' le dio la capa de invisibilidad a harry y tuvo en poder la varita de sauco y la piedra de resurreccion, aparte de eso voldemort siempre le tuvo miedo a la muerte, y siempre se menciona que le tenia miedo a dumbledore, que piensas?
    Saludos

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  22. Hola! Hace mucho que no aparecías, te cuento que el 9 de agosto fue mi cumple, solo te lo comento porque me aburro.
    Los capítulos estuvieron geniales, y me reí mucho de las intervenciones de James y también llore con los pensamientos de James, que culpable se debe sentir, si Harry es tan parecido a el, a parte del físico, seguro que se esta culpando y odiandoce por no poder estar con su hijo ¿Por que no pueden cambiar la historia y que Harry tenga padres?
    Ah y tengo una idea sobre que pueden hacer James, Albus y Lily, me parece que se tienen que presentar y hacer que adivinen a su madre. Bueno, es una idea bastante común y que de seguro que a otros se le han ocurrido, pero como me da paja leer los comentarios anteriores, es lo único que voy a proponer. Y me recomiendas algún libro? Me estoy muriendo del aburrimiento. Gracias.
    P.D: Espero que no seas tan forro y me contestes, XD

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  23. Hola Dait!, aqui tu nueva lectora desde hace unas semanas cuando descibri este fantastico blog!, Me encanta! Sigue así y ... Pues espero que actualices pronto!

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  24. ME GUSTO MUCHO, NO HAY MUCHAS HISTORIAS QUE ABARQUEN TANTOS LIBROS, ESPERO QUE LE SIGAS. TAMBIEN QUE HARRY YA SE DESPABILE Y SE OLVIDE DE CHO

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  25. Me encantooooooooo
    lo lei en 3 dias de principio a fin.... cuando emece no pude dejarlo.... sigue y publica el siguiente capitulo
    la verdad lo que mas espero es la reaccion de James cuando Harry vea el pensadero de cuando maltrata a Snape, se que falta muuuuuuuuuuuuuuuuuuchooooooooo para eso pero por ello espero que lo sigas haciendo.... sin presioes jajajajjaaj

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  26. Dait!!!! amor de mi corazón, por favor actualiza rápido que me estoy muriendo

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  27. Ya se fueron las dos semanas así que no abuses y actualiza... estoy ansioso

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  28. Tras una vida sin pasar por aquí (y yo muriendo de ganas de poder hacerlo) al fin me he podido poner al día de todo. Cinco capítulos seguidos y estoy cual yonki ansiando su siguiente dosis.

    Me ha parecido increíble el pequeño retazo de la feliz familia Potter del futuro.

    También me ha gustado mucho los momentos de tensión que ha vivido Lily cuando le ha tocado leer a ella... por un momento te he imaginado sentado en un sillón orejero con una copa de vino tinto frente a un fuego, riendo como un maníaco y planeando la mejor forma para hacer sufrir a tus personajes.

    Espero poder leerte pronto, y que tus musas no te abandonen ahora que ya has logrado pasar del tercer libro.
    Dandelion (Slytherin de corazón, Ravenclaw en Pottermore)

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